La idea que funda el Festival Presidente (que comenzó llamándose Festival Presidente de Música Latina) ocurrió hace doce años, en 1995. La intención era para dar con una forma de premiar la lealtad del pueblo dominicano hacia la cerveza Presidente.
A lo que se resume hoy día: el más trascendente evento de arte musical popular de la región del Caribe. Su secreto mejor guardado: el presupuesto millonario que implica y que se ha reforzado incluso, luego del cambio de la estructura de su cúpula de propietarios.
El Festival se montó, cuando era más necesaria una forma de dejar se estar en el centro del fuego, bajo toda la presión.
Ahora, se ha invertido mucho más recursos en contratación de talentos, promoción, logística y actividades comerciales a su derredor. Lo que es clarísimo es que la suma es millonaria y que lo que se ha logrado, es establecer una marca nacional de referencia obligada.
El Festival Presidente, acontecimiento en el Estadio Olímpico fue mucho más que una fiesta extendida a tres días, más que la totalidad de gente que a asistió, cantó y bailó ante una excepcional cartelera de estelares figuras del arte popular.
El evento en realidad fue un inmenso escape de toda la, ante tanta cotidianidad marcada por deficiencias, inseguridades ciudadanas y el sórdido e infinito diálogo de la política, en cualquiera de sus direcciones.
Las estrellas
Los números son impresionantes: más de 130 mil personas, calculamos, que en total, llenaron los espacios del Estadio Olímpico, público que disfrutó de 23 figuras, líderes cada una en su medida y ante sus públicos: Ricky Martin, J. Balvin, Juan Luis Guerra, Carlos Vives, Maluma, Mark B, Gabriel, Johnny Ventura, Milly Quezada, Nicky Jam, Ozuna Wisin, Farruko, Bad Bunny, Bryant Myers. Chiquito Team Band, Revolución Salsera, El Mayor Clásico, Mark B, El Alfa, El Lápiz Consciente, Mozart La Para y Zion y Lenox.
Más que72 horas
El evento fue mucho más que los tres días de montaje (2,3 y 4 de noviembre) porque implicó un proceso de meses, desde su proclamación por parte de Cervecería, que dio origen al proceso proyección: esquema de sus productos de mercadeo con los anuncios de TV, los insertos en prensa y radio y la publicidad exterior, caracterizada por la unidad de imagen y el símbolo del cable que conecta el audio con los instrumentos básicos de la música latina, sobre todo los metales y la percusión
Pero ¿fue el Festival Presidente un acontecimiento exclusivamente artístico? No. El evento operó como enorme catarsis colectiva, como escape ante el drama, la deficiencia y las variadas y grises gamas de la inseguridad ciudadana.
Fue un tiempo para entregarse el lúdico afán de gozar música y luces, sonidos y voces, para decantarse por un aspecto de la vida, el arte en sus expresiones más auténticas.
El montaje y su promoción, tomó meses, desde el momento mismo en que fue concebido con sus características e imagen, basada en el color verde botella que es singular para unir la imaginería colectiva al producto líder de Cervecería, la Presidente, esa cerveza que se identifica ya como uno de los rasgos del existir dominicano.
El disfrute no se limitó a los tiempos en escena de los artistas: el ritual implicaba mucho más: la formación de los grupos de amigos, la adquisición de los boletos, el acomodarse en el terreno, el tener buenas perspectivas para hacer fotos y repetir las subida de las imágenes de artistas y los egos mismos, a las redes y formar los recuerdos, ensimismarse en el ambiente de ritmo e ilusión, que descendía desde escenario.
El Festival Presidente es rompimiento por sus características, de la forma de administrar el disfrute del arte musical. Y se monta, justo cuando era necesaria una forma de dejar se estar en el centro del fuego, bajo toda la presión que aportan la crisis y los dolores expresos o silenciados.