«Muy poco después de la experiencia de Bahía de Cochinos (en Cuba, 17-18 abril 1961), el Cuartel General de la CIA requirió a sus operativos en la República Dominicana decirles a los disidentes que ‘apagaran’ el intento de asesinato, debido a que los Estados Unidos no estaban preparados para ‘enfrentar las consecuencias’. Los disidentes replicaron que el asesinato era su asunto y que no podía suspenderse para ajustarse a las conveniencias del Gobierno de los Estados Unidos».
La petición, y el rechazo de los dominicanos que planeaban la acción tiranicida, figuran en un informe del Senado Norteamericano que no cita Víctor Grimaldi originalmente en su libro Tumbaron al Jefe: «Los Estados Unidos en el Derrocamiento de Trujillo» y que dá a conocer ahora.
Deja claro el documento, que de haber accedido a la petición de la CIA, Trujillo no habría sido ajusticiado en la autopista 30 de mayo o ni en ninguna otra parte.
La reacción de los complotados, indica el documento fue: “Los disidentes replicaron que el asesinato era su asunto y que no podía suspenderse para ajustarse a las conveniencias del Gobierno de los Estados Unidos.”
El texto completo del artículo de Grimaldi dice:
“La fobia anticomunista de la llamada Guerra Fría entre la Unión Soviética y los Estados Unidos de América, alentada en la región del Caribe por los avances de la Revolución Cubana iniciada en 1959, tuvo mucho que ver con el involucramiento del Gobierno de los Estados Unidos a través de su Central Intelligency Agency (la CIA), en los planes para desplazar del poder al régimen de Rafael Trujillo.
Fue a esa lógica –con el temor de que se produjera en la República Dominicana una supuesta revolución «tipo Cuba»-, lo que llevó a los Estados Unidos a establecer un precedente con su aliento a los planes para eliminar a Trujillo, tal como lo prueban los documentos oficiales norteamericanos hechos públicos hace tiempo. Desde el año 1975 han estado apareciendo pruebas fehacientes.
Es más, el 2 de junio de 1961, en los primeros interrogatorios del expediente judicial que puede obtenerse en internet, varios de los conjurados del 30 de mayo dicen que contaban en sus planes con el apoyo del Gobierno de los Estados Unidos para matar a Trujillo y hacerse con el poder. Como complot, el hecho del 30 de mayo fue un fracaso. Solamente se eliminó la cabeza más visible del régimen.
Los dominicanos y sus familiares involucrados en la eliminación física de Trujillo sufrieron represión, tortura y muerte, sin que el poder norteamericano los protegiera. Sin embargo, varios de los agentes norteamericanos involucrados en la conjura –entre ellos Wallace Berry, alias Lorenzo Wimpys-, recibieron la protección extranjera y se les puso a salvo fuera del país.
Después, y sobre todo en 1965, los documentos norteamericanos ya de conocimiento público, indican que Wimpys estaba espiando y delatando en contra de los patriotas constitucionalistas.
Tres de los funcionarios que más tuvieron que ver en el año 1965 con la crisis dominicana y la respuesta que dio el gobierno de los Estados Unidos ordenando la ocupación militar del país, formaron parte del grupo ejecutor de la política de apoyo del gobierno norteamericano al complot para derrocar a Trujillo.
Esos funcionarios, entre varios, eran el Consejero Nacional de Seguridad McGeorge Bundy, el Secretario de Estado Dean Rusk y el Sub-Secretario de Estado Thomas Mann. Ellos de diferentes maneras también mantenían contacto con varios dominicanos residentes por aquella época en la ciudad de Washington. Varios de esos dominicanos, algunos de ellos figures del poder económico del país, después estuvieron vinculados al Consejo de Estado que deportó a Joaquín Balaguer y al Triunvirato que sustituyó al gobierno constitucional de Juan Bosch.
Los documentos norteamericanos prueban que Bundy, Rusk y Mann -a quienes la historia los registra muy involucrados en los hechos del año 1965-, también participaron en la toma de decisiones con relación al caso Trujillo en 1961.
Por estar enterado de la responsabilidad de su gobierno en el complot contra Trujillo, el senador Allen Ellender llegó a decir el 30 de abril de 1965 al dirigir un discurso a sus colegas del Senado de los Estados Unidos que había sido «vergonzoso» el involucramiento de Estados Unidos en el derrocamiento de Trujillo.
Pruebas sobre el envolvimiento del gobierno de los Estados Unidos en el caso Trujillo aparecen en el libro de memorias del Presidente Dwight Eisenhower y el informe «Alleged Assassination Plots Involving Foreign Leaders», reporte interino, presentado el 20 de noviembre de 1975 por el Comité Selecto del Senado Norteamericano creado para investigar las actividades de inteligencia y los planes para eliminar líderes extranjeros.
Mi libro Tumbaron al Jefe: «Los Estados Unidos en el Derrocamiento de Trujillo», se basa principalmente en esos documentos históricos. La primera edición es del año 1985. En ese libro aparecen varias veces involucrados los nombres de Bundy, Rusk y Mann.
Otra Parte del Documento
Mas, hay una parte del Informe del Senado de los Estados Unidos que no publiqué en Tumbaron Al Jefe. Se trata de la sección sobre los «Descubrimientos y Conclusiones» a que llegó ese importante organismo legislativo sobre los complots para eliminar líderes extranjeros en lo que respecta al caso Trujillo.
En el acápite «A», referente a los «Descubrimientos y Conclusiones», en el punto número 3, página 256 del documento del Senado Norteamericano, el título es: «Funcionarios americanos promovieron o estaban secretamente informados de los complots de golpe que resultaron en las muertes de Trujillo, Ngo Din Diem (de Vietnam) y René Schneider (de Chile)».
El primer párrafo de ese punto 3 dice inmediatamente que: «Funcionarios americanos claramente deseaban el derrocamiento de Trujillo y ofrecieron tanto estímulo como armas a los disidentes locales que buscaban su caída y cuyos planes incluían asesinato». «Los funcionarios americanos también les entregaron a esos disidentes pistolas y rifles (3 fusiles calibre M-1)».
En un párrafo posterior, el informe dice en la misma página 256: «Tal como testificó el Jefe (de la CIA en 1975) William Colby ante el Comité, la muerte de un líder extranjero es un riesgo predecible en cualquier intento de golpe. En los casos que hemos considerado, el peligro de muerte fue un hecho conocido en varios grados. Era ampliamente sabido que los disidentes en la República Dominicana intentaban asesinar a Trujillo».
Vietnam y la RD
El punto número 5 dice: «Los funcionarios americanos han exagerado las nociones acerca de su capacidad para controlar las acciones de los líderes de golpes».
Los dos únicos párrafos se refieren al caso de Vietnam y la República Dominicana y expresan lo siguiente:
«A través de lo largo de los casos considerados en este informe era la expectación de los funcionarios americanos que ellos podrían controlar las acciones de los grupos disidentes a los cuales estaban apoyando en países extranjeros. Los eventos demostraron que los Estados Unidos no tenían tal poder. Este punto está gráficamente demostrado por cables intercambiados muy poco antes del golpe en Vietnam. El Embajador Henry Cabot Lodge cablegrafió a Washington el 30 de octubre de 1963 que él no podía parar el golpe; un cable de William Bundy en respuesta estableció que ‘nosotros no podemos aceptar la conclusión de que no tenemos poder para retrasar o desestimular un golpe’.
El golpe tuvo lugar tres días después.
«Muy poco después de la experiencia de Bahía de Cochinos (en Cuba, 17-18 abril 1961) el Cuartel General de la CIA requirió a sus operativos en la República Dominicana decirles a los disidentes que ‘apagaran’ el intento de asesinato, debido a que los Estados Unidos no estaban preparados para ‘enfrentar las consecuencias’. Los disidentes replicaron que el asesinato era su asunto y que no podía suspenderse para ajustarse a las conveniencias del Gobierno de los Estados Unidos».
Eisenhower y Kennedy
El acápite «C», a partir de la página 260 del informe del comité senatorial norteamericano, en su punto 2 relacionado con «descubrimientos relacionados con el nivel al cual los complots fueron autorizados», en su letra «c» trata del caso Trujillo.
Allí, en la página 262, expresa que:
«Los Presidentes y otros altos funcionarios en los gobiernos de Eisenhower y Kennedy buscaron el derrocamiento de Trujillo y aprobaron o perdonaron las acciones para obtener ese fin.
«El Jefe de la CIA y el Secretario Asistente de Estado para Asuntos Inter-Americanos (Thomas Mann ocupó ese puesto desde septiembre de 1960. -Nota del Autor-) sabían que los disidentes veían la remoción de Trujillo como crítica para cualesquiera planes para derrocar su régimen y que ellos intentaban asesinar a Trujillo si se les daba la oportunidad. Es incierto precisamente cuándo los funcionarios en los altos niveles del gobierno con responsabilidad para formular la política supieron que los disidentes igualaron el asesinato con el derrocamiento.
«Claramente para principios de mayo de 1961 muy importantes funcionarios americanos, incluyendo al Presidente Kennedy, sabían que los disidentes intentaban asesinar a Trujillo. La Casa Blanca y el Departamento de Estado, así como la CIA, sabían que los Estados Unidos habían entregado a los disidentes rifles y pistolas y que los disidentes habían requerido ametralladoras las cuales ellos intentaban utilizar en conexión con el esfuerzo de asesinato.
«Después de eso, el 16 de mayo de 1961 el Presidente Kennedy aprobó recomendaciones del Consejo Nacional de Seguridad de que los Estados Unidos no iniciaran el derrocamiento de Trujillo hasta que fuera sabido cuál gobierno sucedería al dictador. Esa recomendación era consistente con intentos anteriores iniciados por la CIA para desestimular el asesinato planeado y en consecuencia evitar problemas potenciales producidos por un vacío de poder que pudiera surgir. Después de decidir desestimular el planeado asesinato, el Jefe de la CIA instruyó a que las ametralladoras no fueran pasadas a los disidentes dominicanos. Esta política fue reconfirmada por el Departamento de Estado, el Grupo Especial y en un cable del 29 de mayo de 1961, por el propio Presidente Kennedy.
(N. del A.: No entregaron las ametralladoras Thompson, pero sí la Embajada ya había facilitado tres fusiles M-1 que fueron utilizados en el atentado, y con cuyas balas atacaron los disidentes a Trujillo y su chófer Zacarías de la Cruz).
«El día antes del asesinato, el Presidente Kennedy cablegrafió al representante del Departamento de Estado en la República Dominicana que los Estados Unidos ‘como (un) asunto de política general no podía condonar asesinato’. Sin embargo, el cable también estableció que si los disidentes que planeaban el inminente asesinato de Trujillo tenían éxito y en consecuencia establecían un gobierno provisional, Estados Unidos lo reconocería y lo apoyaría.
«El cable del Presidente ha sido interpretado en varias vías. Una enfatiza la oposición del Presidente al asesinato ‘como un asunto de política general’. Otra expresa que esas porciones del cable discuten asuntos pragmáticos, incluyendo el riesgo de que el envolvimiento del gobierno de los Estados Unidos pueda ser denunciado y sugiere que el telegrama de último minuto estaba hecho para evitar la acusación de que Estados Unidos compartía responsabilidad por el asesinato. Una tercera interpretación sería que ambas interpretaciones previas son correctas y que ellas no son mutuamente excluyentes. No importa la forma en que el cable está preparado, su ambigüedad ilustra la dificultad de buscar objetivos que solamente pueden ser obtenidos por la fuerza -por supuesto, tal vez solamente mediante el asesinato de un líder- y todavía no desear la toma de acciones específicas que parecen aborrecibles».
Tan pronto el informe termina en la página 263 de tratar este aspecto del caso Trujillo, la letra «d» se refiere a lo que le hicieron a Patricio Lumumba, líder del Congo Belga (hoy Zaire, en África) asesinado a comienzos de enero de 1961.
«La cadena de eventos revelados por los documentos y el testimonio es suficientemente fuerte para permitir una razonable inferencia de que el complot para asesinar a Lumumba fue autorizado por el Presidente Eisenhower», dice el documento.
Los Complots fueron promovidos
En el mismo acápite «C» sobre «descubrimientos y conclusiones relacionados con autorización y control», en el punto 4, letra «b», subdivisión «i», sobre Trujillo se dice (página 273) lo siguiente:
«i) Trujillo
«Inmediatamente después del asesinato de Trujillo hubo un número de reuniones de alto nivel acerca de la República Dominicana a las cuales asistieron los hacedores de política de la Administración Kennedy. Todos los hechos relevantes concernientes al apoyo de la CIA y el Departamento a los disidentes dominicanos fueron totalmente conocidos. Ninguna instrucción fue emitida por el Presidente o el Grupo Especial criticando algún aspecto del envolvimiento de los Estados Unidos en el asunto. Similarmente, no existe record de ninguna acción que haya sido tomada prohibiendo futuro apoyo o estímulo a grupos o individuos que se sabe estén planeando el asesinato de un líder extranjero.
(Hacia finales del siglo 20, el Departamento de Estado reveló en uno de sus informes anuales titulados «Foreign Relations of the United States» que el procurador general de Justicia, Robert F. Kennedy, propuso en una de esas reuniones ponerle una bomba al Consulado de los Estados Unidos en Ciudad Trujillo para cuando estallara echarles la culpa a los comunistas castristas y justificar una intervención de las Fuerzas Armadas Norteamericanas).
«Las reuniones y discusiones que siguieron al asesinato de Trujillo representan otra oportunidad perdida para establecer una política de Estado contra asesinatos y puede ser responsable de la afirmación de la CIA de que la operación dominicana fue un éxito diez años después. Eso también puede haber estimulado a personal de la CIA, envuelto tanto en los complots de Trujillo y (Fidel) Castro, en su creencia de que el gobierno (de los Estados Unidos) no sería infeliz si la CIA hubiese podido hacer desaparecer a Castro. Tal reivindicación, sin embargo, no fue planteada por ningún funcionario de la CIA».
Pruebas Suficientes y Claras
Estas citas de una investigación oficial del Senado de los Estados Unidos son pruebas contundentes de que el gobierno norteamericano estuvo implicado en el complot que derrocó y eliminó a Rafael Leónidas Trujillo Molina en 1961.
Quien lo niegue está tratando de tapar el sol con un dedo.
El «Libro Blanco»
Fragmentos sobre los pretextos presentados por el presidente norteamericano Lyndon B. Johnson el 2 de mayo de 1965 para justificar la intervención militar de las tropas norteamericanas en Santo Domingo aparece en una especie de «libro blanco» (white paper) que dio a conocer el Departamento de Estado en octubre de 1965. Este «libro blanco» se titula: «The Dominican Crisis… The Hemisphere Acts».
«Las naciones americanas», dijo Johnson el día 2 de mayo, «no pueden, no deben y no permitirán el establecimiento de otro gobierno comunista en el Hemisferio Occidental. Este fue el punto de vista unánime de todas las naciones americanas, cuando, en enero de 1962, ellas declararon y yo cito: ‘Los principios del comunismo son incompatibles con los principios del sistema inter-americano’. Esto fue lo que nuestro querido Presidente John F. Kennedy significó cuando, menos de una semana antes de su muerte, él nos dijo: ‘Nosotros en este hemisferio debemos usar cualquier recurso bajo nuestro comando para prevenir el establecimiento de otra Cuba en este hemisferio…»
El «libro blanco» del Departamento de Estado pone un asterisco al final de la cita anterior de las declaraciones de Johnson del 2 de mayo, cuando también afirmó que la revolución constitucionalista estaba dominada por «una banda de comunistas».
El asterisco refiere la resolución de los Ministros de Relaciones Exteriores del mes de julio de 1964, fecha en que finalmente Cuba fue excluida de la OEA bajo acusación de interferir en los asuntos internos de Venezuela.
Esa resolución de 1964 junto con la declaración de enero de 1962 citada por Johnson, eran la culminación del proceso iniciado en 1960 por el Presidente Eisenhower contra los gobiernos de Fidel Castro y Rafael Trujillo. A Trujillo lo derrocaron con auxilio de la OEA, pues fue la OEA la que decretó las sanciones que aislaron al régimen, pero con Fidel Castro nunca pudieron completar el plan de matar los dos pájaros de un tiro.
Precedente con Trujillo
Los pasos del gobierno norteamericano para invadir la República Dominicana estaban siendo dados desde 1960, como se revela en las memorias del Presidente Eisenhower cuando dice que había garantizado el uso de la fuerza militar norteamericana en favor de la oposición anti-comunista que buscaba el derrocamiento de Trujillo.
Pero para acabar con Trujillo, quien era el pretexto para llegar al verdadero objetivo: El líder de la revolución cubana, primero hubo que movilizar a la OEA. La conferencia de cancilleres de la OEA de agosto de 1960 sentó las primeras bases para actuar contra Fidel Castro, si bien el dedo se le cargó a Trujillo.
Eliminado Trujillo, las situaciones sociales y políticas perduraron por cuatro años favorables a un estallido en la República Dominicana. El golpe de Estado contra Juan Bosch fue un error político de los poderes fácticos que lo auspiciaron, tal como ha revelado recientemente el general Elías Wessin. La campaña anti-comunista realizada contra la revolución cubana seguía su curso cuando se produce la intervención unilateral de 1965.
Ya entonces el gobierno de Estados Unidos contaba con los precedentes jurídicos y el apoyo virtual que la OEA le había dado desde 1960 para intervenir en los asuntos internos dominicanos apoyando el complot que eliminó al dictador Rafael Trujillo.
La intervención armada de 1965 no era más que una nueva faceta y a gran escala de la intervención política y militar que inició John F. Kennedy en el país en 1961 después que se utilizó a la CIA para estimular la eliminación del tirano.
Esto era una consecuencia de aquello o viceversa».