El teatro tiene la capacidad de la sorpresa con cada nueva entrega de sus cargas de sensaciones, intensidades y dramaturgias. Con el horrendo titulo de Sin Zapatos no hay paraíso (que se adopta para atraer atención a partir del titulo de una telenovela de cuestionable calidad audiovisual) y que en realidad se llama Dos perdidos en una noche sucia, original del dramaturgo brasilero Plinio Marcos. lleva a una muestra de una experiencia dramática, con sarcásticos toques de humor, favorecida la función por cuatro soportes que le otorgan el don de la trascendencia: un texto rico en su garra para atrapar en firme al espectador, la dirección de Pepe Sierra, rol en que se estrena con gran acierto, y las actuaciones de Vicente Santos y Richardson Diaz, afinadas en el tenor de un mismo nivel interpretativo, sostenido en un hilo actoral mutuamente correspondido por acciones físicas, psicológicas y verbales.
Lo actoral
Vicente Santos (Tono) llena el espacio por su presencia, voz y desempeño. No es un aporte que sorprenda de Santos, uno de los actores que con mayor seriedad ha tomado el aspecto de su preparación profesional, se tomo su tiempo y sus frutos en cine y teatro, son la mejor muestra de que su disciplina ha dado mucho más de lo esperado.
Como poblador de los barrios del fondo empobrecido, condicionado a la pobreza y la luchar por sobrevivir a cada cansancio extenuante, Vicente Santos entrega una de las actuaciones para ser recordadas siempre.
Richardson Diaz (desde su propuesta física y múltiple Monologo para un autor (Casa de Teatro, septiembre de 2016, dirigido por Indiana Brito) y otras que develan su tendencia al teatro de autor, nos había impresionado, pero ahora, recibe el papel preciso, hilarante, intenso, de continuos procesos intensivos de interpretación hilarante que trasciende el efectismo, evita la sobreactuación y permite un paseo de frescura escénica.
La dirección
El montaje revela la ventaja de ser un director con una hoja en blanco, frente a su primer proyecto, para presentar sus intenciones estética trascendiendo el gusto de estar frente a público, para pasar a ser el centro pensante que determina cuanto ha de ocurrir.
Pepe Sierra muestra un desempeño como director que lo inscribe en una lista corta: la de esos seres capaces de concebir y proyecto teatral, hacerlo con criterio y desarrollarlo hasta el último aplauso, hasta la complacencia final que deja sentir que el tiempo invertido en ver su labor, ha sido compensado con creces.
La representación de un trailer abandonado como hogar de esos dos hombres marcados por la pobreza, logra su cometido.
Sin zapatos no hay paraíso se presento en Casa de Teatro, la plataforma que ha servido ya por tres generaciones al buen hacer del teatro joven, en cada una de sus épocas.
El autor
El dramaturgo, actor y psicólogo Plinio Marcos, es un autor de notable compromiso social con una producción teatral escrita en tono denuncia sobre todo durante la dictadura militar brasilera. Sus obras se han traducido, publicado y representado en francés, español, inglés y alemán. Ha ganado casi todos los premios nacionales de teatro, cine, televisión y literatura. La obra fue escrita en 1966 durante la larga noche que fue la dictadura militar de Brasil.