Made in dominicana parecía, desde su anuncio en Teatro Las Máscaras, una suave comedia, pero no. Lo que finalmente se entrega, y todo por responsabilidad de una tal Lidia Ariza, la transforma en un drama sorprendente.
Luego del éxito de Cita a Ciegas, y sus 116 representaciones en Teatro Las Máscaras y en la que Jorge Santiago reveló más de su ductilidad como intérprete al punto de que cargó con el Soberano como actor del año, se pensaba que el entrañable teatrito de 50 butacas con 15 años de existencia, desde su apertura en marzo de 2001, pasaría mucho tiempo antes de que la fuerte atmósfera del drama teatral volviera a aposentar sus reales.
No ha sido así. Con Made In Dominicana, texto original de la dramaturga argentina Nelly Fernández Tircornia, quien la escribió con el título original de «Made in Lanús«, estrenada en 1986 y llevada al cine en1987, como «Made in Argentina«, se logra un inusual episodio del teatro local: lo que aparenta ser una comedia “ligth” que recorre la cultura popular dominicana, y no con demasiado acierto, da un salto dramático en la segunda parte que eriza la piel y deja constancia de la fuerza de una Lidia Ariza a la que se debe tomar en serio más de una vez.
En el programa, puro vaudeville, tradición del humor distractivo sin segundas intenciones. Pero total apariencia que conduce a una sorpresa inesperada.
La primera parte transita entre los diálogos y acciones teatrales que evocan esa dominicanidad casi folclórica.-urbana con la irrupción de los personajes que hacen Jose Manuel Rodríguez, (El Negro), Wendy Alba (Mabel) y Luciano García (Osvaldo), los tres en una actuación de conjunto buena, pero nada el otro mundo. Habríamos aspirado a una excelencia interpretativa, apoyada en los zancos del quehacer escénico pero carente de la excelencia esperada. Probablemente, por haber asistido en el primer fin de semana en cartelera, no “habían cogido el piso” a sus roles. Se espera más de su rendimiento a partir de este viernes.
Y entonces….la sorpresa, la gratificación no esperada: la irrupción que revoluciona la emotividad del público selecto de Las Máscaras, es Lidia Ariza, (Yoly), quien desarrolla un proceso de intensidad escénica que arranca emociones y lágrimas, por la fuerza imparable de sus gestos, manejo de voz, incidencia de su mirada que se torna felina.
Su aprehensión de las líneas interpretativas de una mujer arraigada en su origen, resistida al deslumbramiento del sueño de dólares en las cunetas y las fantasías del entorno iniciado desde cero, sencillamente paga cualquier esfuerzo valido o inválido al dedicar tiempo y recursos para ir, tal cual se hace, casi con religiosidad, para encaminar pasos hacia el teatro encantador y mágico de la Arzobispo Portes.
La Ariza vuelve a los inicios de su carrera de drama, sabe entonar una paleta de colores interpretativos, se hace intensa, acelera su ritmo vocal y gestual en una secuencia que ya deberían ver quienes tienen el encargo de nominar para premios importantes de arte.
Si tiene el deseo de sorprenderse con un papel que no va a olvidar nunca, Made in dominicana, se vuelve a presentar desde el viernes en Teatro Las Máscaras. Disfrute la primera parte, ríase y goce, pero no se pierda la segunda, tras el intermedio y los platanitos fritos sin sal y el juguito de chinola que solo se puede ofrecer en este teatro amigable y puro.
Mercenazgo?
Dos empresas, Colchones Pilowtop, de La Reyna, y el Banreservas, son las auspiciadoras del montaje de Made in Dominicana, en Teatro Las Máscaras. Debían ser más las que presten su concurso a estas actividades lúdico-culturales, pero esta vez solo dos han aportado su patrocinio. La situación se espera cambie una vez se apruebe el proyecto de ley sobre mecenazgo, que cursa en la Cámara de Diputados, postulada por Manuel Jiménez.
Sinopsis
“Made in Dominicana”, es la historia de un matrimonio de clase media: El Negro y Yoly, él es mecánico, ella es costurera y que viven en Villa Juana. Su vida transcurre de manera sencilla, se quieren mucho y toman la vida con humor y optimismo. La llegada del extranjero de Mabel, hermana del Negro, y su marido Osvaldo, provocará una reflexión sobre la identidad nacional, ya sea dentro del país o fuera.