Avatar, el cine vuelve a su perfil de perfecta máquina de sueños

¿Cuántas veces el cine cumple con excelencia su rol de ser la plataforma de ilusiones, sueños, realidades y bellezas, presentadas como nunca antes se han visto?

Cuando se anunció el reestreno de la épica fantasía fílmica Avatar, (2009), mucha gente se preguntó, ¿Qué sentido tendría reponer una producción ya vista hace 13 años?

Avatar es la película más taquillera de la historia con una recaudación de $2,847 millones de dólares en todo el mundo y por eso tiene sentido para la industria, explotar las secuelas y poner en movimiento, con la película terminada, su poderoso músculo mercadológico y ponernos a girar en torno a sus imágenes para llenarnos sumisos a la taquilla del cine.

Claro que se trata de una afinada estrategia de promoción comercial para lograr que las masas acudan en diciembre a ver Avatar, El Camino del Agua, pero en materia de cine, no solo cuenta el aspecto mercantil. Hay involucradas capacidades de soñar,  el estandarte de las  ilusiones, la necesidad humana de la fantasía.

Cierto que, en el fondo, el sustrato  obvio:  el claro mercadeo de una mercancía industrial. Cierto que llegarán contenidos de prensa cargados de adjetivos, de récord mundiales de taquilla, y que todo, de modo preciso, está destinado a producir ventas de boletas en diciembre, pero…. no es tan simple.

El cine es industria, pero no solo industria. Es arte y es reservas de una memoria emotiva cinéfila para la cual el recuerdo y la ilusión valen más que los insaciables apetitos comerciales de los grandes estudios de Hollywood.

Porque reestrenar por reponer, sin añadir nada a cambio, en principio no tiene sentido.

Pero no es el caso de esta vuelta de Avatar,  que es una aquellas películas que devuelven al cine su  perfil de máquina perfecta de los sueños, porque haber creado el universo presentado:

  • criaturas extraordinarias con cuerpos que desafían la lógica de la anatomía,
  • bosques con una exuberancia que transgrede toda imaginación,
  • flores sorprendentemente arquitectónicas,
  • tecnología en una amplia gama de expresión  digital,
  • vehículos en super formato,
  • armas inimaginables,
  • apelativo a la creación de imágenes digitales y
  • creación de nuevos modos de filmación. que aportan un instrumental nuevo a las películas por llegar y sincronizar todo para entregar una ilusión tan perfecta, en el trasfondo de la cual, lo planteado se refiere a la validez del amor y la armonía del ser con su mundo.

Volver a percibir ese mundo, aun sin ninguna oferta adicional, vale todo empeño, todo esfuerzo, toda intención de recordar la misión culmine del cine: transportarnos a mundos de fantasía de una forma tan convincente y bien realizada que la percepción y la sensibilidad de la gente, queda marcada.

Cierto que presenta, para las proyecciones 2D, una remasterización en 4K HDR de su material original que le ha validado sus colores y luminosidad al tono de la tecnología digital actual y en 3-D es un espectáculo como para no avanzar lo maravilloso. Se ve mucho mejor que como se disfrutó en 2009 y muy superiormente a la fotografía mostrada en Disney Plus. Al final de los créditos, se podrán ver varios minutos de metraje de su secuela, Avatar: el Sentido del Agua, una especie de tráiler disimulado para fortalecer la estrategia de promoción, medida con exactitud en cada una de sus acciones de impacto público.

James Cameron, en la panorámica norteamericana del cine de la aventura épica de ficción, es uno de los integrantes de círculo de directores dotados de iniciativas y visión, cabezudamente capaz de empeñarse en hacer realidad lo imposible.

No son muchos los directores en esta categoría. Solo tres, a nuestro juicio: Steven Spielberg y George Lucas y el propio Cameron. (De no ser mexicanos, estarían Guillermo del Toro y Alejandro González Iñárritu.) Se trata de directores que han permitido a la humanidad ver vívidamente, lo imposible, angustiarnos con todos los detalles fieles del desastre del Titanic (1997).

Avatar (2009) Foto de promoción.

Un James Cameron que años antes nos ofreció la aventura que encandiló las pupilas por la sorpresa de sus efectos especiales, innovadores para entonces definió el estilo por desarrollar para el cine de acción/ficción: Terminator (1984).

La producción estuvo nominada a nueve Premios Óscar, incluyendo mejor película y director, y se llevó los galardones por mejor fotografía, Diseño de producción y efectos Visuales.

Por el reestreno en cines, Avatar fue retirada el pasado 17 de agosto del catálogo de Disney Plus en América Latina, pero volverá a esa plataforma de streaming antes del estreno de Avatar: El camino del agua que será en el país el jueves 15 de diciembre.

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