Una oración por las víctimas de una tragedia nacional

Señor:

Ya sabemos, por muchas otras jornadas, que el dolor y el luto han de ser compañeros tranquilos en este viaje.

Al amanecer de cada día, nunca se sabe con lo que nos vamos a encontrar, como hoy.

Temprano, con las primeras emisiones de noticias, nuestro vivir dominicano, se ha paralizado y la tragedia comenzó a develar su dimensión terrible.

Es mucha muerte.

Es mucho dolor.

Es inasimilable el cúmulo de luto y tragedia.

Cada muerte nos duele.

Cada vida marcada por este dolor, los cruza el rostro y extrae dolor del alma.

Ante todo ello,  fe.

Ante todo, ello, reafirmación de vida.

Ante todo ello, deseos de recuperación de quienes han resultado heridos.

Ante todo esto, no difundir rumores,

Ante todo esto, respetar la dignidad de los fallecidos. No exponer sus restos .

No buscar likes en las cortinas del dolor.

No todos los «Me gusta» son apropiados a partir de explotar el morbo y la información desinformada.

Consuelo a quienes han perdido seres amados.

Y sentir que no se trata de castigo divino.

No. Son condiciones humanas. Puede que sean inaceptables, pero son , han sido y habrán de seguir teniendo presencia. Cuidémonos para el futuro. Que no vuelva a pasar.

No.

Son circunstancias que no debieron haberse concretado.

Se debe evitar, a toda costa, que eso ocurra de nuevo en el futuro.

Muchas vidas que se han malogrado, generan un recuerdo que nos debe afirmar nuestro amor por la vida.

Del dolor infinito, ha de nacer la esperanza.

Ha de renacer la fe. Ha de ratificarse nuestro sentido del vivir.

Ha de renacer la esperanza. La resistencia al dolor.

Cuántas formas de experimentar con nuestros sentimientos tiene la vida. Algunas, como ésta,  son crueles e indefinibles.

El porvenir es impredecible. El futuro inmediato, cotidiano, tiene bolsones de sorpresa que nunca tendrán lugar de justicia. Como ahora y como hoy.

 

 

 

 

 

Share