La circularidad de las rutinas de un cronista artístico-cultural, son infaltablemente las mismas: trabajar para un medio, procurar acontecimientos que reportar para el público en teatro, cine, plástica, literatura o danza, para citar solo algunas de las áreas de mayo atractivo escénico o del ejercicio de la creatividad, la investigación o la inteligencia.
El cuadro se completa con las peticiones de los editores de secciones (a su vez sometidos a los requerimientos de todo cuanto les llega para que sea cubierto) y las siempre presentes solicitudes de las agencias de relaciones publicas de los artistas o productores, que necesitan tener cobertura mediática porque para eso se les ha contratado.
Pero hay acontecimientos artísticos que se escapan de esa trayectoria tan aparentemente inconmovible, porque reconstituyen el futuro de su quehacer, ofrecen la nueva mirada y la novedosa panorámica que solo es posible dar a un arte determinado, su generación de relevo.
A tiempo de tres, producido por el Patronato Dominicano por la Danza, parecía un espectáculo de Danza tal cual otros muchos a los que convocan esas circunstancias profesionales y que llevan a diversos escenarios, entrada libre para los medios, asientos de privilegio y libertad para tomar fotos, lo cual, teóricamente, no es posible para el público y que, desde luego, nadie cumple.
A tiempo de tres, con sus cuatro montajes, Juntos aferrándose (Together Clinging), (Carlos Pons Guerra, coreógrafo español), Danzón (Carlos Veitia, dominicano), @3 (Sthepanie Bauger, dominicana) y Memorias del Dorado (Anabelle López Ochoa, colombiana), pudo haber sido uno de muchos espectáculos danzarios que e emocionan por su impecabilidad estética, por sus armoniosos giros sincronizados, por su interpretación en las tablas que reafirma la mágica esencia de un arte silente y corporalmente expresivo.
Para ser lo que ha sido, A tiempo de tres, se han tenido que dar una acertada combinación de coreógrafos nacionales e internacionales de prestigio, el empuje de ese talento juvenil ansioso de establecer su marca y esa siempre presente la necesidad del relevo, favorecida por los talentos veteranos, los que escribieron durante anos sobre las tablas, su impronta.
Juntos aferrándose (Together Clinging) coreografiado por Carlos Pons Guerra, lleva al extremo la grácil expresividad de una pareja. Exceptuando el solo, la actuación de dos danzantes es exigente porque demanda llenar todo el escenario, captar la atención y satisfacer el exigente gusto del público y si encima tiene la fuerza y la gracia como para lograr lo impensable con la danza, la risa, el éxito es completo. Música de Amilcare Ponchielli.
Danzón, de Veitia, deja sentir el cuidado y el amor con que se concibió ese cruzar de masas danzarías, su simbolismo, su fuerza comunicando el valor del arte popular con vestimenta clásica. Música Arturo Márquez.
Bauger, juega con el tres en @3, logrando el más simbólicos y embriagantes de los espectáculos, basado en la selección de sus tres bailarinas, su increíble coordinación psico-física en una interpretación exigente, entrelazada fantasía entre el tres y el cuatro, sobre una escenografía simple, efectiva e inocente. Música de Astor Piazzola.
Memorias del dorado, fantasía indígena americana que valora las raíces prehispánicas, su leyenda aurea (de la que tuvimos todos noticias por las clases de historia de primaria) se presenta con un nuevo valor y el marco que ofrece para entregar un montaje que deja claro que el futuro de la danza dominicana, es aquí y es ahora, que tiene rostros y marcas, que se asume con cuerpos de hombres y mujeres que ya aprendieron a darlo todo. Música, Max Rictcher, Antonio Vivaldi, J.S. Bach y Michael Banabila.
Los apoyos y los créditos
Lo técnico: la producción fue del Patronato Dominicano por la Danza, el concepto y la dirección artística de Sthepanie Bauger, la escenografía y su ejecución es del arquitecto y artista José Muira, la producción ejecutiva de Sarah Esteva y Marianela Sallent, con el sustento de imágenes dela fotógrafa, actriz y balerina Karoline Becker y las luces de Rubén Lara.
Auspicios: Este espectáculo con sus cuatro montajes, fue auspiciado, desde el plano oficial, por Ministerio de Cultura, Dirección General de Bellas y desde el sector privado, el apoyo provino del Banco de Reservas, el Banco Popular y Baskin Robbins, además de Pine Box (Visual Studio) y J. García Martínez y Asociados (arquitectos).