Joyce Roy
La peluquería del crimen, convoca al Teatro de la gente
Nueva vez vuelve a ser clarísimo que Studio Theater sabe lo que hace y aprovecha condiciones particulares: un acogedor espacio propio, una plantilla de talentos jóvenes y veteranos y la inteligencia para renovar nuestro quehacer teatral saliéndose de lo acostumbrado y facilista. Ellos y ellas consolidan el milagroso hecho teatral que impulsan desde el drama, el musical y la comedia, en un espacio nuevo y localmente desafiante.
Studio Theatrer evidencia que tiene conciencia de su misión de innovación del quehacer teatral, cuenta con suficiente valor para emprender localmente caminos que, como el Teatro del Publico, tienen tiempo que son tradición en otros puntos del planeta.
Jose Rafael Reyes, Joyce Roy, ahora con la colaboración de otra de esas jóvenes directoras, Solanyi Gómez, hacen una propuesta teatral que merece atención y respaldo por la notable calidad inteligente y creativa de Paul Portner, montada por talentos criollos reivindicando una nueva corriente dramatúrgica a la escena nacional.
La peluquería del crimen, nombrada en otros países La estética del crimen, Por los Pelos y ¿Quién mato a la pianista? fue estrenada 1963, con el título alemán de Schrenschnitt, (Corte de tijeras), cuando inicia su trayectoria por los mas prestigiosos escenarios del mundo, en los que se ha convertido en una obra de referencia y que supone un giro de tuerca al discurso tradicional de los argumentos llevados al entablado.
La pieza es una inusual cita del drama y la tragedia trágico y haciendo espacio común con humor, a partir de un texto del dramaturgo y novelista alemán Portner, entregando una pieza singular y precursora.
Lenta y con un ritmo muy marcador de las acciones de la primera parte, La peluquería del crimen, es el tipo de obra que deberían ver los teatristas y estudiantes de las artes de la escena y el público amante de la mejor expresión del teatro local, va tomando ritmo hasta el planteamiento de una trama tan absorbente como bien dirigida a encaminar sus giros dramáticos con un séptimo actor colectivo que no aparece en programas.
Lo actoral
La actuación es en general bastante fluida y llena su importante papel, destacándose Lumy Lizardo (Sra. Ariza), la Beba Rojas (de la nación más necesitada de que la tengamos en acción y oraciones, Venezuela) y Noel Ventura (gracioso, oportuno y amigable, aun cuando es previsible en algunos gestos).
Hubiéramos preferido menos gritos y menor margen de la gestualidad caricaturizada de lo gay, la pieza trasciende, divierte al extremo a pesar de que es un crimen cruento el centro de sus entramados.
El balance que deja La peluquería del crimen, es el de un montaje artísticamente significativo que adquiere el sello de aquellos espectáculos que no se deben perder nunca, por ninguna razón.
El autor
Paul Portner, es un dramaturgo que no deja indiferente a nadie por la carga creativa y su capacidad de crear situaciones en que en el drama giran hacia lo impredecible, manteniendo el humor como telón de fondo, por su atrevimiento con el contexto lingüístico y la imaginación que, a partir de hechos cotidianos, le reafirman como una firma de referencia.