¿Es el catálogo de una exposición, una pieza de apoyo, la muestra de un artista o asumir una misión inesperada: describir, en detalle, los aspectos no proclamados de esa obra, detallar sus procesos, ¿aportar información crucial no esperada? Hay catálogos de arte para todo, incluyendo con aquellos que tienen una misión imposible de abarcar lo inabarcable, como al efecto es Macondo en Santo Domingo.
El caso presente parece que debe inscribirse a Macondo en Santo Domingo. La publicación es generosa en detalles no establecidos, en análisis necesarios y oportunos y en su generosa administración de justicia a una obra que llegó a un punto inadvertido: a reproducir un modo de concebir realidad y magia.
La edición del Catálogo Macondo en Santo Domingo, con una formidable aventura editorial que, a diferencia de los usualmente publicados para apoyar una exposición, opera en sentido contrario, al transmitir a su lector, una trascendencia estética que no se percibe cuando se convoca el título que le da nombre y sentido. Esta publicación llega para mostrar lo que no da tiempo a ver cuándo solo se tienen, por delante, cuadros y objetos macondianos.
De eso se trata, de lograr, con la sola edición de un catálogo, representar la complejidad y exigencia del multi proyecto planteado, era como intentar lo materialmente imposible. Nunca antes se había intentado un ejercicio artístico, intelectual tan complejo, detallista y demandante.
Ese y no otro el valor de este catálogo, que además tiene logros especiales en su documentación iconográfica, incluyendo la publicación de las mejores fotografías del maestro en su taller, producto del talento de un Mariano Hernández, que, tanto a blanco y negro, como a color, nos deja con la respiración suspendida al mostrarnos la fuerza, la persistencia y la luz que radica en un ser humano llamado José Céstero.
Era el objetivo de la exposición lograr veinte y dos obras del maestro Cestero – realizadas cuando arrancó el concepto en
2007, en una labor que concluyó 24 meses más tarde (2009), estrenando una visión de Verónica Sención que adaptaba al pincel libre del pintor dominicano, a la interpretación del universo de realismo mágico creado por Gabriel García Márquez para sus 100 años de soledad, título de la novela base de todo.
Con Macondo en Santo Domingo se pretendía, y se ha logrado, el más inédito homenaje al escritor colombiano, transformar la capital dominicana en un ámbito del pensamiento en torno a lo garciamarquiano.
Ya queda a exposición hasta el 19 de diciembre, colgada en la sala Ada Balcácer, del Centro Cultural Banreservas, pero una vez que concluya, los registros mediáticos (video, fotos, algún documental que alguien debería rodar, y este catálogo, como pieza fundamental).
Pero, sobre todo, el catálogo que se inscribe como un libro de arte, documento a tiempo con todos los perfiles que demanda una publicación especializada, proyecta su concepto y esencia.
Lo conceptual
Los análisis que aporta el catálogo Macondo en Santo Domingo, resitúan la trascendencia de la muestra, teniendo – cada uno de sus aportadores – sus ópticas particulares.
Mijail Peralta, gerente de Cultura de Banreservas y director del Centro Cultural, establece: “Macondo, entonces visto por Cestero, Cien años de libertad, sacados de la paleta luminosa, colorida y cargada del artista criollo. Un tet a tet, entre y José y Gabriel, como antes fueran recogidos en el Autorretrato con el Maestro Gabo en mi taller de luz” de propio Cestero.”
Verónica Sención, escribe: “El público podrá ver que, mientras García Márquez levantó como geografía mágica su Macondo en Colombia, Cestero se apropió de aquella ciudad, resumiéndola en su creativa, convirtiéndola en otra realidad social”.
Marianne de Tolentino, crítica de arte, en un enjundioso ensayo, sostiene: “Si hay un maestro dominicano cuya obra corresponda a esa creación de mundo y libertad de expresión, es José Cestero, al mismo tiempo un académico perfecto y uno de los pintores más libres e independientes en su lenguaje artístico. Cestero convierte los espectáculos— ciudad, naturaleza, seres humanos— en visiones, espejismos, metáforas de su percepción, y más aún de su vida emociona e interior”.
Abil Peralta Agüero, crítico de arte, en un amplísimo análisis, se refiere más al talento intrínseco del artista, al dejarnos este concepto: “Cestero es el único artista dominicano a quien la antropología social define como Patrimonio Cultural Viviente de Santo Domingo, con aliento y respiración vivos, y con libreta de dibujos en manos, recorriendo las calles y callejuelas del centro histórico”.
Amable López Meléndez, curador oficial de la exposición: “Con una puntería imaginativa y expresiva, impresionante, José Cestero traspasa otra vez los umbrales del exceso y la sorpresa con una demostración tope y fulminante de su genialidad creadora, al reedificar, transfigurar y remidir a Macondo como lugar otro; espacio heterotrópico, híbrido y encaprichado, situando las aventuras, proezas y otredades de los macondianos”.
José Enrique García, narrador y ensayista: “El hombre de ojos recodos, expresivos, curiosos. Cestero, el poeta del dibujo impenetrable. Cestero, el artista plástico errante de la zona colonial, de las circunstancias que surcaron con su respirar, vidas humanas y objetos, y de los más insólitos recuerdos manoseados en la superficie del presente a través de la tinta, la acuarela, el óleo, es un lápiz viajero en el túnel del tiempo”.
Lo iconográfico
Impresiona de esta publicación la excelencia de la imagen alcanzada tras La labor de diseño de este catálogo, a cargo de Samanta Sánchez Franco, y quien se apoya en las imágenes de Mariano Hernández, captando una perspectiva de Cestero que se aparte de los retratos comunes del artista.
Tanto en blanco y negro, en cuyo marco congela con dramatismo una de las mejores imágenes del pintor zurdo, en la ejecución de su obra, así como el retrato a color, al procurar el ángulo preciso y sobre todo el tono de la luz adecuado.
El recorrido visual de esta publicación de arte, desborda la necesidad del lector de conocer la esencia de lo referido, porque logra presentar los márgenes no referenciales y da la idea de su expresividad sin precedentes en un proceso que tomó todo su tiempo desde 2007.
Cuadros, enmarcados en ese sub fondo amarillo, en esos trazos que, siendo inciertos, tienen la firmeza para indicar personajes y ambientes; fotos con una limpieza y perfección que debieron ser parte de los ítems gráficos de promoción de esta gesta, incluyendo lo que supone de reconstrucción de la imagen de un maestro que lograr verse ahora, como nunca antes.
Macondo en Santo Domingo, como catálogo, excede lo que se espera de un libro de arte circunscrito a la unión de talentos, a propósito de la iniciativa de Verónica Sención, una de las figuras más altas y representativas de la gestión literaria y cultura.
Un reconocimiento al Banco de Reservas, que vuelve a ratificar su compromiso con la cultura; un agradecimiento a las figuras que llegaron a país por parte de la Fundación Gabo, para ofrecer un calor especial al ambiente que ha creado con este proyecto multipropósito.
Y de igual modo, las palmas batientes a personal del Centro Cultural Banreservas que se integraron con entusiasmo al desarrollo de un acontecimiento inédito y sin precedentes que le sirvieran de guía.
Ficha Técnica
Título: Macondo en Santo Domingo
Género: Libro de Arte y Catálogo
Coordinación y producción general: Verónica Sención
Expositor: José Cestero
Asesor de Proyecto: Abil Peralta Agüero
Anfitrión: Mijail Peralta Rodríguez, Gerente de Cultura Banreservas
Diseño: Samanta Sánchez Franco
Asesora ejecutiva: Patricia Portella
Curador: Amable López Meléndez
Diseño museográfico: Raúl Morilla
Memorabilia : Ilonka Nacidit Perdomo
Diseño y construcción de Pequeño Macondo: Héctor Mejía Textos críticos:
Marianne de Tolentino, Mijail Peralta, Amable López Meléndez, Liliam Carrasco, José Enrique García, Ana Angelán, Fidel Munich
Por equipo Banreservas:
Gerente RRPP: Wilson Radhamés Rodríguez
Directora RRPP: Lina Hernández
Coordinadora de actividades: Teresa Raulina Capellán
Encargado de sala: Diego Medina.