Será develizada éste sábado 30 de abril a las 10 de la mañana en el Parque Iberoamericano, la primera estatua que se instala en el país en homenaje a Augusto Roa Bastos, el más importante novelista de Paraguay, autor de Yo, el supremo.
Juan Gilberto Núñez, presidente de la Fundación Luces y sombras, manifestó que el país se convierte en el primero de América Latina, fuera de Paraguay, que instala una estatua del periodista, guionista y novelista.
Explicó que la estatua de Roa Bastos se ha instalado en el Parque Iberoameriano por una cortesía de la Alcaldía del Distrito Nacional.
“Hemos donado esta estatua como un gesto de acercamiento cultural entre República Dominicana y Paraguay, países que comparte cada uno la riqueza de su sus culturas” afirmó Núñez, conocido por ser el creativo del Museo de Cera Juan Pablo Duarte.
Indicó que el espacio natural en que debió estar instalada, era la Plaza de la Cultura, pero que no fue posible por asuntos de coordinación no lograda a tiempo con el Ministerio de Cultura.
“Nuestra intención es interesar al público en la rica y valiosa cultura paraguaya, país que hemos conocido por nuestro trabajo en la embajada dominicana en Asunción y a la que amamos y respetamos por su sus artistas y sus aspectos históricos”.
¿Quién es Roa Bastos?
Es la expresión personal más importante de la novelística y el periodismo paraguayo, quien se destacó además por su actitud de compromiso con los valores de la democracia, por lo que sufrió exilio en Argentina y Francia por parte de la dictadura de Alfredo Stroessner.
Roa Bastos es el escritor paraguayo más conocido en el mundo y una de las figuras protagónicas de la narrativa latinoamericana en la segunda mitad del siglo XX.
Nació en Asunción en 1917 y fue exiliado en 1947 en Argentina y en Francia, vivió más de cuarenta años fuera de su país. Reinstalado en su país, falleció en Asunción en 2005.
Fue Premio Cervantes 1989.
Sus trabajos en el periodismo, aún no recogidos totalmente en volúmenes monográficos, incluyen crónicas de viajes, crítica literaria, política y recuerdos personales.
Partiendo de una técnica realista tradicional, ha sabido derivar hacia zonas de la fantasía inconsciente, las prácticas mágicas de la religiosidad popular y las tradiciones orales del romance cantado y de los cuentos anónimos.
Ha ensayado la escritura en guaraní y en castellano, así como las traducciones de aquella lengua a esta. Sus grandes narraciones se basan sobre los nudos más importantes de la historia paraguaya: las misiones jesuíticas del siglo XVIII, la Guerra de la Triple Alianza del siglo XIX, la Guerra del Chaco y la dictadura en el siglo XX.
En ellas ha sabido mezclar con equilibrio lo documental y lo ficticio, hasta construir un modelo muy personal de novela histórica.