Fernando Griffith, Ministro de Cultura de Paraguay, es un tipo inusual y sorprendente.
Este hombre rompió los moldes de lo esperado con una excepcional la personalidad, un manejo de la información documentada y fundada en áreas de la ciencia biológica y neurológica, bien cultivadas por este hombre de palabra penetrante.
Ese mismo hombre destrozó, con su conferencia del pasado viernes, los esquemas previsibles sobre lo que se podía esperar cuando se recibió la convocatoria para su intervención, a nombre del pais invitado de honor a la XX Feria Internacional del Libro de Santo Domingo, enviada por el Ministerio de Culturar.
Este hombre, de rostro amigable, debió ser escritor o artista, pero no. Es ingeniero bioquímico, especializado en Neuro Economía y Neuroquímica del Liderazgo, condiciones profesionales con las que derriba la expectativa se había levantado quienes asistían a su conferencia en la Biblioteca Nacional, en cuanto a qué esperar de la intervención del principal funcionario cultural de su país.
Se esperaba, como era lógico, que presentará, con un tinte indivisible orgullo, un panorama optimista del valor de la literatura y los literatos de su país, con una reseña de la cultura, reforzada por imágenes y sonidos, para lo cual estaba allí un sistema de proyección audiovisual.
Pero no.
Lo previsible suele, a veces, adoptar por las grutas inesperadas de la sorpresa: Tras su presentación por parte de Ruth Herrera, en la sala Aida Cartagena, de la Biblioteca Nacional Pedro Henríquez Ureña directora de la Feria del Libro, lo que venía no era esperado nadie.
En primera fila, Pedro Vergés, novelista y Ministro de Cutura, Ruth Herrera, directora de la Feria del Libro y quien ha sido coordinadora editorial y periodista cultural, Pedro Sánchez, embajador de Paraguay, Pedro Antonio Valdez, narrador y la esfera dirigencial de Cultura, Más allá, gestores de cultura y escritores.
Este hombre no se adentró en las biografías de Augusto Roa Bastos (Premio Cervantes/1989), ni una palabra de Elvio Romero, nada de Rubén Bareiro, ni un esbozo de la escritora bilingüe (guaraní/español) Sucy Delgado y ni soltó una pieza sobre Damián Cabrera contemporáneo, autor de textos de ficción, ensayos narrativos y textos críticos. Nada de la paquetería cultural exportable paraguay en materia de letras y otras debilidades del alma. Ya habría tiempo para dar a conocer quienes vienen y sus trayectorias y porque.
¿De qué habló entonces?
Fernando Griffith ofreció un dramático, científico y cuidadosamente diagnóstico del proceso histórico paraguayo y latinoamericano, llamando una recuperación de la identidad hemisférica y nacional en ético, lo cultural y lo productivo.
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Su análisis sobre el comportamiento humano, dividido, de acuerdo con las corrientes psico-neurológicas modernas, (Habilidades Innatas, Básicas y Criticas), que estudian el proceder humano de acuerdo a que se produzca temiendo un castigo, en procura de un premio, o por decisión auténtica de hacer lo correcto, incluso olvidando los intereses naturales del ego para sentirse menos importante que el bienestar colectivo.
El ingeniero Griffith destacó que por medio de la educación se puede reconducir al ser latinoamericano (gobernantes y gobernados) por caminos que eviten la corrupción, la impunidad y se cultive en bien hacer colectivo.
Las palabras de Griffith saltaron a la realidad latinoamericana, analizando la razón de tanto comportamiento anti-ético (como la corrupción), tanta violencia (América Latina, con el 8.6% de la población mundial registra el 50 % de los feminicidios del planeta) para citar dos ejemplos.
El pasado de Paraguay
Hablando, ante un público integrado por escritores, gestores culturales, artistas, funcionarios del Ministerio de Cultura y de la Feria Internacional del Libro de Santo Domingo, Griffith se sabía en posesión de un mensaje que sorprendería: Paraguay debe volver sobre sus pasos en la historia, dejar de auto-despreciarse y reinstalarse como lo que fue, a su juicio: la nación más próspera, feliz y productiva del Planeta, hasta antes de la temible Guerra de la Triple Alianza, que diezmó su población, dejando sólo 20 mil hombres adultos vivos, llevada a cabo entre 1864 y 1870, cuando las tropas de Uruguay, Argentina y el imperio de Brasil.
Las atrocidades de las tropas invasoras contra Paraguay, erizaron la sensibilidad de muchos de los asistentes, sobre todo por las demostraciones de valentía y patriotismo con que sobre todo niños (de 10 1 14 años en general) y mujeres, enfrentaron las tropas que mancillaron ese país. La forma en que fueron reprimidos los nacionalistas paraguayos es digna de novelas de horror bélico y colectivo.
Esta guerra estimulada, dijo Griffith, por Gran Bretaña y Estados Unidos, dado que el Paraguay producía todo lo que necesitaba y no sufría de pobreza, analfabetismo, no tenía clases sociales y contaba con acceso a salud y educación universales, eficientes y gratuitas).
El expositor, un conferencista científico y motivacional de amplio reconocimiento y propulsor, junto a personalidades de su país del proyecto Paraguay Poderoso (cuyos videos formidablemente producidos, están en You Tube), reveló como el pasado del Paraguay le inviste como la fuera la nación más próspera, más feliz, más democrática del planeta.
Cuando finalizó, la alegría noble del cuestionamiento y el saber compartido, hicieron cruces de luz y la felicitación y el agradecimiento, se dieron las manos. Fernando Griffith es un tipo sorprendente.
Y no por él. Por la verdad sentida de la que es portavoz, esa que lleva la responsabilidad de encarar la necesidad de dotar de una autoestima nueva a un país y a un continente, urgencialmente necesitada. Ese y no otro fue el valor de sus palabras y de los hechos a que ha dado lugar de atención. Ese y no otro es el descubrimiento a que nos ha conducido.