La vinculación del impacto de los medios de comunicación con el tema del suicidio, no es nuevo. Y mire que su origen histórico registrado inicia por la literatura, no por el periodismo en 1774, cuando el Johann Wolfgang von Goethe, dramaturgo, novelista, poeta y naturalista alemán, contribuyente fundamental del Romanticismo, publica la novela “Leiden des jungen Werther” (Las Penas del Joven Werther) en la que el autor describe al detalle como este se dispara luego de un amor infortunado.
Poco después de su publicación, muchos varones jóvenes que usaron el mismo método para cometer suicidio, lo que generó que la novela fuera prohibida. Esto resultó en la prohibición del libro en varios lugares, generando el término “Efecto Werther”, usado en la literatura técnica para designar la imitación en los suicidios, que es el proceso por el cual un suicidio ejerce un efecto de modelo imitable sobre suicidios posteriores.
El fenómeno hoy
El suicidio es uno de los más graves problemas mundiales y nacionales de salud pública y sus dimensiones son suficientes como para darnos la idea de su urgencia: 800 mil personas cometieron suicidio anualmente OMS).
El doctor Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de OMS en 2016, sostenía que cada 40 segundos, una persona comete suicidio en alguna parte del mundo.
El Observatorio Dominicano de Seguridad Ciudadana revela que 670 que lo hicieron en República Dominicana el pasado año, que detalla que de esas personas víctimas de suicido, el 87% eran hombres y el 13% a mujeres, que representa un incremento de 76 casos en relación al año 2020 y espera un pronóstico de aumento en 2022.
No culpabilizar
De entrada, hay que dejar de ubicar a los medios de comunicación como corresponsables únicos del incremento de esta causa de mortalidad. La causa principal de suicidio no es mediática, es social, es de salud mental, concierne a las políticas publicas en intervenciones y formación de recursos humanos con una visión nueva, incluyendo ahí a los medios y quienes crean sus contenidos.
Hay que revolucionar la forma de mirarlo comenzando con el proceso que va desde el pensamiento, el lenguaje corporal y conductual, la verbalización y posterior intento de quitarse la vida y aportar desde la mirada de los profesionales de la salud mental con las respuestas a qué hacer si se tiene ideas parásitas y a dónde acudir o llamar.
Frente a una situación tan grave, a veces tan inadvertida por ser ofrecida de a cuenta gotas – y en regularmente en códigos informativos que pudieran ser mejores, evitando el “Hombre celoso se suicida en el frente de la casa de su expareja), se impone una reflexión desde los medios de comunicación que evite ser Policía Moral de la Palabra respecto de los mismos medios de comunicación, la culpabilización de todo a los medios y la censura a la aparente inacción integral de la sociedad para detener el fenómeno.
Por cada persona que es víctima de suicidio (obsérvese que no decimos “Se suicido…”) al menos seis personas – directas de su familia- quedan terriblemente afectadas y el estigma social les señalará desde el silencio de inmediato, como si fueran, además, culpables del hecho. Incluso ya actualmente se prefiere no usar la palabra suicidio y referirse a lo que implica: la muerte de una persona, cuyos detalles no tienen valor noticioso.
Es impropio y desactualizado enfoque culpabilizador a los medios y a los periodistas, a las víctimas de esta expresión social terrible y mal entendida, a las familias, y a la comunidad en general.
Lo recomendable es una acción integral, primero de intervenciones profesionales públicas y privadas, que incluyan además una formación a los medios de comunicación y a los periodistas sobre el uso adecuado, integral y sistémico, del tema para la información sobre este problema de salud, llegue al público.
En ese sentido, tienen mucho por presentar un modelo de accionar positivo frente al fenómeno trágico, al Ministerio de Salud Pública por medio de sus programas de Salud Mental, las instituciones y centros privados orientados a la psicología social y personal, el Colegio Dominicano de Periodistas (CDP), el Círculo de Periodistas de la Salud (CIPESA), la Sociedad Dominicana de Psicólogos, los organismos pastorales de las Iglesias, entre otros.
preferiblemente habiéndose puesto de acuerdo previamente en un enfoque actualizado, no incriminante, sin búsqueda de culpables y procurando una acción.
OMS informa, en base a información epidemiológica internacional que el suicidio es la segunda causa de muerte entre los jóvenes de 15 a 29 años, después de los accidentes de tránsito. En los adolescentes de 15 a 19 años, el suicidio es la segunda causa de muerte entre las niñas (después de las afecciones maternas) y la tercera entre los niños (después de los accidentes de tránsito y la violencia interpersonal).
El suicidio no es comportamiento personal, libremente ejecutado, como si fuera libremente adoptada. Es la forma más trágica de terminar con la propia vida.
¿Qué se puede hacer desde los medios?
Lo primero es revisar con un sentido de corrección responsable, la forma en que informamos. Nadie “se suicida”. La gente es víctima del comportamiento suicida, que es un enfoque más integral y que permite incluso dar la información – si merece ser noticia- conjuntamente con orientaciones acerca de los mecanismos de ayuda a personas en riesgo.
Debe quedar claro que nadie “se suicida” porque parecería que es una opción libremente adoptada por una persona en dominio de su juicio y con claridad de criterio. Y no es así.
Recomienda la OMS en su referido manual que las notas de los medios sobre suicidios siempre deben incluir información acerca de dónde buscar ayuda, preferentemente de servicios reconocidos de prevención del suicidio que estén disponibles las 24 horas los 7 días de la semana.
- Algunas recomendaciones específicas de OMS:
No utilizar titulares sensacionales - Los titulares se utilizan para atraer la atención del lector transmitiendo lo esencial de la noticia con el menor número posible de palabras.
- En los titulares deben evitarse la palabra “suicidio” y toda referencia explícita al método y al sitio del suicidio.
- No deben usarse fotografías ni videos de la escena de un suicidio ni enlaces a redes sociales, en particular si contienen detalles específicos de la ubicación o del método.
- Sumo cuidado en el uso de imágenes de una persona que ha muerto por suicidio.
- Si se usan imágenes, debe obtenerse permiso explícito previo de los familiares.
- Esas imágenes no deben colocarse en lugares destacados ni deben exaltar a la persona ni al acto suicida.
- No facilitar detalles acerca del sitio ni la ubicación de lugares pueden adquirir una reputación de “sitios de suicidio” —por ejemplo, un puente, un edificio alto, un acantilado. En el caso dominicano afortunadamente ha pasado la glorificación de un determinado puente en la capital, como lugar ideal para la ocurrencia.
Los mitos
La Organización Mundial de la Salud produjo el manual Prevención; Un recurso para los profesionales de la comunicación (2017), en el cual establece los Mitos más frecuentes en torno al fenómeno:
MITO: Hablar de suicidio es una mala idea y puede interpretarse como estímulo.
VERDAD: Debido a la estigmatización generalizada del suicidio, la mayoría de las personas que están contemplando suicidarse no saben con quién hablar. En lugar de alentar un comportamiento suicida, el conversar abiertamente puede dar a una persona otras opciones o tiempo para replantear su decisión, previniendo así el suicidio.
MITO: Quienes hablan de suicidio no tienen la intención de pasar al acto.
VERDAD: Quienes hablan de suicidio quizá estén tratando de pedir ayuda o apoyo. Un número considerable de personas que contemplan el suicidio están experimentando ansiedad, depresión y desesperanza y quizá sientan que carecen de otra opción.
MITO: El suicida está decidido a morir.
VERDAD: Por el contrario, las personas suicidas suelen ser ambivalentes acerca de la vida o la muerte. Alguien puede actuar impulsivamente al beber un plaguicida, por ejemplo, y morir pocos días después, aunque hubiera preferido seguir viviendo. El acceso al apoyo emocional en el momento propicio puede prevenir el suicidio.
MITO: La mayoría de los suicidios suceden repentinamente, sin advertencia previa.
VERDAD: La mayoría de los suicidios han ido precedidos de signos de advertencia, sean verbales o comportamentales. Desde luego, algunos suicidios se presentan sin advertencia previa. Pero es importante reconocer los signos de advertencia y prestarles atención.
MITO: Alguien que es suicida, siempre seguirá siéndolo.
VERDAD: Los mayores riesgos de suicidio suelen ser de corto plazo y específicos para una situación. Aunque los pensamientos suicidas puedan regresar, no serán permanentes y una persona con anteriores pensamientos e intentos suicidas puede llevar una larga vida.
MITO: Solo las personas con trastornos mentales son suicidas.
VERDAD: El comportamiento suicida indica una infelicidad muy profunda, pero no necesariamente un trastorno mental. Muchas personas que viven con trastornos mentales no se ven afectadas por comportamientos suicidas, y no todos los que se quitan la vida tienen un trastorno mental. 19
MITO: Los comportamientos suicidas son fáciles de explicar.
VERDAD: El suicidio nunca es resultado de un único factor o evento. Los factores que conducen a una persona al suicidio suelen ser múltiples y complejos, y no se debe informar de ellos de una manera simplista. Para tratar de comprender un comportamiento suicida deben tenerse en cuenta la salud física y mental, los elementos estresantes, así como factores sociales y culturales. La impulsividad también desempeña un papel importante.
MITO: El suicidio es un medio apropiado para hacer frente a problemas.
VERDAD: El suicidio no es una manera constructiva ni apropiada de hacer frente a problemas, ni la única forma posible de abordar dificultades graves o circunstancias adversas de la vida. Las historias de personas que han experimentado pensamientos suicidas y logrado hacer frente a situaciones de vida difíciles pueden ayudar a destacar opciones viables para otros que quizás estén contemplando un comportamiento suicida.