Crítica de cine: “Un novio para mamá”

Roberto Ángel Salcedo tiene  unos méritos que nunca se le reconocen, pese a las críticas contra​ sus comedias​. Con esta comedia​ logra matices que se disfrutan, pero cuidado…. es cine utilitario y elementalmente palomero.

Roberto Ángel Salcedo, como guionista y director, nos presenta esta nueva entrega Un novio para mama, producción con la cual regresa al estilo con que se inició en la producción audiovisual y con todo el país del país clásico de sus comedias y que tanto atraen al público que acude al cine a pasar un buen rato, reír con gusto y sentir que se ha justificado plenamente el pago de su boleta.

Un novio para mamá tiene las condiciones para satisfacer a la gente para pasar un excelente rato de alegría y carcajadas, con  una comedia que no habrá de figurar en las listas del mejor cine de autor, ni estará en nominaciones de premios de cine que se respeten, porque no es a lo que se aspira. Es cine utilitario, con una función clara: que la gente se ría tras comprar su boleta y que no salga arrepentida. Pero es claro que, hasta la repetición, tiene sus encantos. 

Técnicamente​,​ llaman la atención dos factores: fotografía y​ ​ universo sonoro, bastante bien logrados por Oliver Mota y Franklin Hernández, los dos grandes aportes técnicos. Clase aparte y con el nivel que tienen las cintas de arte fílmico puro.

Actoralmente, la mayor parte de los papeles están ese nivel en la normalidad disfrutable, algunos previsibles y otros clichés recurrentes: la vieja chismosa y deseosa de conquistar, el tipo “buenón”, de buena posición económica, a mujer descreída de los hombres y controladora de sus hijas, la neurótica mujer abandonada. Todos papeles que nos refieren lo que ya se ha visto antes una y mil veces.

Una valoración aparte merece las tres minas Miranda, Sofía y Ximena Salcedo disfrutables en sus papeles, con gracia y acertadas en sus parlamentos, en especial la más pequeña. Pero nos habría gustado que nos hicieran reír más con sus acciones psicofísicas y sus miradas, que con sus palabras.  Este es el tipo de cine que persigue ofrecer diversión y alegría, entrega que – como está el país sus depresivas y traumáticas noticias- se debe agradecer.

Lo más positivo: el paso de avance que es en sí misma una producción que como mensaje propugna por la unidad de la familia, la diversidad en más de un orden de apariciones y que no es traumáticamente violentas y que obedece a un patrón del que se sabe que esperar.

Sus errores: la excesiva meta-publicidad (que parece innecesariamente excesivo respeto de la principal marca en exponerse) y el uso de una misma locación (el restaurante) para casi todos los encuentros y desencuentros, convenientemente planificados para que ocurren en la misma locación.

Un poquito de variedad de locaciones, habría otorgado a Un novio para mamá,  diversidad  escenica. Estamos cansados de decir lo mismo de Roberto ángel, pero es que, este talento nos tenía acostumbrados a lo mismo siempre. Afortunadamente, está dando muestras de cambio.

La gente irá a verla, máxime si los críticos puros dicen que es mala. Tendrá buena asistencia sin importar lo que digan los críticos y que sea anotado que está diversificando sus películas, incursionando en el drama, primer con Perdido (2022) – que la hubiéramos deseado más tensa y desgarradora- y próximamente con Estado de Coma (protagonizada por Pepe Sierra y Cristian Álvarez, entre otros actores de verdad), aun no anunciada.

Desde esa necesidad de la gente de una comedia que le anime, su éxito está asegurado. Y nos alegramos de que le vaya muy bien. El impacto de Un novio para mamá, no obstante, tiene que ser visto con una profundidad de análisis que exceda lo que siempre se ha dicho.

Decir más de lo dicho

Ya hemos analizado tantes, cuando de Roberto Ángel se trata, que es conocido su exitoso esquema de producción fílmica de Salcedo, basado en  guiones de argumentaciones signadas por la simplicidad (término que no usamos  con sarcasmo) y de notable influencia televisiva, del cual proviene este talento, títulos simples directos, sentido de producción sin complicaciones ni argumentales ni de realización, carteles en los que se muestra lo básico (los talentos sin su entorno escenográfico) y títulos igualmente instintivos, directos, anunciadores de la trama como una sinopsis de la sinopsis.

Pero no es eso únicamente. Roberto Ángel Salcedo tiene que ser reconocido como un cuadro profesional clave de la construcción de la industria dominicana, al crear un circuito de producción muy particular y activo (que ha llegado a producir incluso hasta con tres películas en un año); un productor que ofrece buenos salarios a sus talentos artísticos y técnicos que paga a tiempo y de buena gana.

Películas como Un novio para mamá, permiten que otros cines de arte, cine independiente, tenga condiciones para poder hacerse porque incrementan el interés de inversionistas y del público en nuestro arte fílmico. No es un cine para la crítica. No lo es para la posteridad del cine,

Es una producción olvidable desde la perspectiva del cine de arte, pero para el momento en que se estrena, efectiva y probablemente necesaria.

Un novio para mamá asegura hora y media de alegría. Una producción palomera y familiar, en el criterio de su propio valor y que aconsejamos ver si no pide más que el legítimo derecho a reírse.   

Sinopsis

Una madre divorciada (Ana), quien asume su rol con más rectitud de la cuenta, llevando una vida muy monótona solo concentrada en sus hijas (Mónica, Lucia y Eva) y en su trabajo. Sus hijas y el entorno hacen lo posible para que se enamore.

Ficha Técnica: 

Guión y dirección: Roberto Ángel Salcedo

Productora: Johanna Peña

Asistentes de Dirección: Josías Domínguez y Yinna De La Cruz

Director de Fotografía: Oliver Mota

Sonido: Franklin Hernández

Edición: Johan Vásquez

Dirección de Arte: Rafael Ramírez

Vestuario: Elizabeth Jiménez

Casting: Gerald Vásquez

Elenco: Larimar Fiallo, Raeldo López, Miranda, Sofía y Ximena Salcedo, María Boyero, Francisco Sanchis, Francisco Vásquez, Bárbara Plaza, Christian Álvarez, Karla Hatton, Paloma Almonte e Yván Jiménez.

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