Cierto que ya Claudio y Viena, no son la joven pareja enamorada de si misma y su pasión esencial y que , llegados de Cuba nos hicieron un alto a la atención por la meticulosa gesticulación de un desempeño escénico que clamó por la atención de todos. Han pasado, inexorables y enriquecedores, los años.
También es cierto que ambos han demostrado esa virtuosa capacidad de hacer de sueños, realidades palpables, tanto como haber completado 25 años de representaciones y hacerlo con un clásico complejo, barroco y demandante, a la cual imprimir el colorido acento de caribe: La vida es sueño, de un tal Pedro Calderón la Barca, transformado en un clásico continuador de la dramaturgia de Lope de Vega.
Cierto que ya no son dos muchachos y que ahora tienen responsabilidades mayores, una familia que les ha tomado el tono del arte, un proyecto, el mismísimo Teatro Guloya como expresión una actitud de desafío al desaliento y la rutina en lo teatral, y cierto que decidieron festejarlo con el mayor de sus desafíos: el montaje de un clásico que enseñorea la existencia, saca el filo necesario a su planteamiento existencial sobre la libertad como opción fundamental de la humanidad y del ser.
Acertada la adaptación de La Vida es Sueño, de Teatro Guloya de una pieza exigente, estrenada inicialmente en el verano de estrenada en 1635. Es teatro barroco.
El montaje
La vida es sueño, de entrada, es uno de los más elevados proyectos teatrales del 2016. Sin duda alguna.
Astolfo/Alí Baba (Jahnel Calizan) otro nuevo valor (para nosotros) que evidencia entrega y gracia. Su verbalización y su lenguaje facial se ganan el público, además del aditamento de sus brazos adicionales operados con el protocolo marionetero de vista al público.
Clotaldo (Ramón Candelario), Lacayo de Basilio. Representante de la superstición, es el único, aparte del rey, que puede ver a Segismundo, es uno de los puntos de luminosidad escénica ineludibles del trabajo de montaje y caracterización.
Rosaura y Astrea (Viena González), principal personaje femenino, une fuerzas con Segismundo para impedir que Astolfo se convierta en rey y así evitar que se case con Estrella. Es el personaje exacto para el talento preciso. Efectiva y lúcida, Viena da sentido al Teatro.
Basilio (Claudio Rivera): Rey de Polonia, incapaz para los dones de gobierno y padre de Segismundo, de carácter dubitativo. Una lección de teatro acometido con sentido de drama gracia, rítmico, acompasado en las coreografías, de sentada presencia por el paso y la caracterización.
Estrella: (Yerlin Guzmán). Nueva promesa del teatro seriamente asumido y no por bella sino por el rendimiento que alcanza, la ductilidad del expresivo corporal y su integración al conjunto.
Clarín (Noel Ventura): Compañero de Rosaura. Diseñado por el dramaturgo original de una gracia e ingenio de contagiante empatía, logra con ese muchacho de 121 libras, un altísimo peso histriónico, mayor incluso que el de algunos figuras cómicas televisivas de alto “rattings”.
Algunos directores de cine deberían acercarse a Teatro Guloya (si extienden las funciones ya que la última era este domingo 30 de octubre), si desean encontrarse con caras y talentos nuevos para proyectos futuros.
La vida es Sueño
Producción General: Teatro Guloya
Dirección: Claudio Rivera
Producción Ejecutiva: Viena González
Dramaturgia: Pedro Calderón de la Barca
Espacio Escénico: José Miura
Vestuario y utilería: Lenín Paulino
Realización vestuario: Vera Bertuzzi y Sephanie Gautreaux
Títeres e iluminación: Ernesto López
Arreglos musicales: Vic Calderón
Talentos: Clarín (Noel Ventura), Estrella: (Yerlin Guzmán), Basilio (Claudio Rivera), Rosaura y Astrea (Viena González), Astolfo/Alí Baba (Jahnel Calizan) y Segismundo (Vic Contreras).