Dios quiso lograr un arte que reubicara en justo lugar el ego individual para ofrecer un universo único, integrado por múltiples matices interpretativos y que además permitiera escuchar en la tierra el sonido de ángeles, pensó en la creación del coro.
Desde entonces, los coros han sido eso: evidencia de que la suma de talentos tiene una fuerza expresiva colectiva que salta por sobre lo individual, para compartir la fuerza de un arte celestial e impecable.
El Coro Nacional Dominicano, a los 62 años de su existencia, ha venido a ratificar con su conmemoración aniversaria, las razones por la que es la expresión artístico-coral más elevada e impecable de la República Dominicana
El cántico bíblico Magnificat, escrito por Johan Sebastian Bach, basado, probablemente la primera composición bíblica importante, con sus 12 movimientos e inspirado en los Evangelios de Lucas, caló muy hondo anoche en el concierto de celebración de los 62 años del Coro Nacional, celebrado en el Palacio de Bellas Artes.
La belleza armónica de las voces del Coro Nacional, reforzada por cinco magníficos solistas de la Compañía Nacional de Canto Lírico y el sustento ofrecido por la orquesta de cámara de la Orquesta Sinfónica Nacional Juvenil, bajo la dirección del profesor Elionai Medina, cautivó a un público que colmó la sala Máximo Avilés Blonda, en cuyos pasillos debieron sentarse quienes no hallaron una butaca disponible. Las voces solitas fueron las de Paola González, y Glenmer Pérez Cabral (Mezzo Sopranos), Pura Tyrson (soprano), Helvis de la Rosa Villalona (tenor) y Eduardo Mejía Jiménez (barítono).
La celebración de este aniversario, tras la fundación del Coro Nacional, creado el 1 de marzo de 1955, para entonces una dependencia de la Dirección General de Bellas Artes y bajo la dirección del maestro español Juan Urteaga, produjo orgullo y el deleite del arte coral a título de la institución más alta en esa especialidad.
El Coro Nacional deleitó al público con un repertorio variado, piezas de corte clásico, como Alleluia (Randal Thompson) – magnífica muestra de polifonía y ternura- y el Agnus Dei (de Samuel Baber) – que transmitió su espiritualidad en las notas de la armonía en su expresión vocal humana más hermosa que es posible: la coral.
El Ministro de Cultura, Pedro Ve rgés, escribió una felicitación al Coro por su aniversario en que destaca que la música es la más universal de todas las artes y el Coro Nacional, un orgullo del país.
También el arte popular desfiló en escena: Como me besabas tú (del poeta y compositor José Dolores Cerón y Caña Brava, uno de los merengues más clásicos (de la firma del acordeonista y compositor cibaeño Antonio – Toño- Abreu, nacido en La Joya, Santiago, el 28 de abril de 1883), hecho con un criterio que aprovecha al máximo la gracia y la ductilidad sobre todo de la barra de voces femeninas del CN.
La OSNJ
La convocatoria a Bellas Artes permitió constatar la labor artística de la generación de relevo de la música clásica dominicana, por medio de los jóvenes talentos de la Orquesta Sinfónica Nacional Juvenil, dirigida por el maestro, director y violinista.
La OFNJ dejó sentir, con la interpretación de El Danubio Azul Op. 314 (de Johann Strauss) que el público estaba ante profesionales de la música, que si bien están en formación, cuentan con la motivación y el talento necesarios para henchir de orgullo el corazón de la comunidad. La música clásica institucional no dejará de ser, gracias a la labor de formación y estímulo de maestros como Alberto Rincón, su director.