El teatro es inagotable. Y sus caminos nunca, nunca, dejar de sorprender. Cuando ya se comienza a pensar que todos los temas están agotados y todos los enfoques escénicos, realizados, viene este dramaturgo alemán, doctor en leyes penales para colmo, a plantear nueva vez la validez de la escena para poner bajo examen nuestros criterios, valores y principios.
Terror es una pieza resulta de una conjunción de esfuerzos artísticos e institucionales con a un grupo de talentos (técnicos y artísticos) a aceptar una propuesta dramatúrgica, a lo cual han sumado el concurso del país de origen de la misma, expresada por medio de su embajada y embajadora, para
La obra logra que repensemos los conceptos admitidos de ética, de la rectitud, de la verdad, de la moralidad y el valor de la existencia humana y lo hace en torno a un caso: el de un piloto militar que debió decidir entre sacrificar 164 vidas a bordo de un avión civil.
Una pieza que para que revisemos el papel socialmente útil de la mentira y la singular capacidad de decidir quien vive y quien muere. Un compendio caótico de situaciones límite, en procura de perfilar trascendencias, verdades y principios.
A bordo de la nave, unos secuestradores planeaban estrellarla contra un estadio colmado por los 70 fanáticos que asistían a un partido de la final internacional entre Alemania e Inglaterra. ¿A quién sacrificar? ¿A quiénes salvar? Al final, la palabra de descargo o condena, la tendrá el público, dando lugar para cada presentación a un final distinto.
Terror es una obra teatral que resalta en medio del panorama dramático mundial porque proviene de la calidad creativa del escritor y abogado penalista alemán Ferdinand Von Schirach, autor de Manual del Abogado Defensor, en el que figuraba la frase: “La defensa es una lucha, una lucha por los derechos de los inculpados”. Su primer libro «Crímenes» se transformó para mí en un autor de culto, Autor de «El caso Collini», “TABÚ” y “Terror”, “Crímenes”, “Culpa” y “Castigo”. Terror se ha llevado como telecine a cadenas de Alemania. Es casi casi, pieza de culto.
Piezas de este nivel, ratifican el que valga todo esfuerzo la pena seguir yendo al teatro, más allá de la necesidad legítima de la diversión, por sobre el perfil del espectáculo para satisfacer los espacios lúdicos del fin de semana.
Se trata de un quehacer teatral que sobrepasa la vía del arte de escape y nos lleva a constatar el universo paradójico de las relatividades.
Las actuaciones
Terror, pieza que será repuesta a finales de septiembre porque mucha gente se quedó sin verla, permite disfrutar de un concierto de actuaciones que, si bien no es perfecto y expresa altibajos, permite gustar de interpretaciones que sacan a sus talentos de sus roles acostumbrados (sobre todo de la comedia) y demuestran que pueden hacer otros roles.
El caso más significativo es el de Irving Aberty, moldeado y estereotipo de la comedia por su provincia de la expresiva de humor en radio, televisión y cine, para asumir un rol dramático, y quien sale airoso de este desafío artístico. No le habíamos visto en un rol dramático tan bien desempeñado.
Otra personalidad que nos devuelve a la actuación clásica, es la de Yanela Hernández, actriz profesional, gestora cultural y a quien la producción de radio y televisión han sustraído por demasiado tiempo. Era justo tenerla y mucho más en un soliloquio que si bien es manipulador y melodramático, es profundamente asumido por ella y cala en el público con una garra afilada. Se empatiza con su dolor y con su luto.
Luvil González, a quien hemos visto en 2019 en El Vestidor, dirigida por Mario Lebrón, y el pasado 2022, haciendo de Minino, en Sony Di, sobre texto de Liselotte Nin y dirección de Osvaldo Añez, logra el papel más trascendente hasta ahora al dar vida a una fiscal persecutora, necia, con dominio de la escena y una expresión facial que transmite la rigidez de quien busca la condena a toda costa. González es elogiable la caracterización en el montaje de su personaje desde su pelo natural el diseño de los lentes la el maquillaje el estilo la interpretación que la hace muy incisiva. Esta es una de las actrices a las que hay que poner atención porque tiene mucho que dar. Mucho.
Beba Rojas, que asume el protagonismo, a pesar de los fuertes robles del teatro que integran el elenco, se reconvierte y deja salir su esencia expresiva. Increíble lo que logra. Convence y estremece.
Orestes Amador, como personaje eje y trazador del hilo conductor, evidencia su maestría, su dúctil manejo de la voz y sus instrumentos de expresión corporal.
Richard Douglas, está adecuado, justo en el rol de testigo, limitado por la cuestión tecnológica a actuar como quisiera, cara a cara con el público, pero se acopla a las circunstancias y deja un rastro admirable de su oficio.
Madeline Bare, Xavier Ortiz y Nathalia Rodríguez, son talento de soporte que cumplen adecuada, pero no excelentemente bien, sus asignaciones.
Bare resalta por la gracia de su gestualidad, pero hubiéramos deseado más chispa y entrega, en especial en la secretaria del tribunal, limitada por el limitante ausente de parlamentos.
Lo escenográfico
Hay un elemento que opera muy a favor de la obra de teatro y es la escenografía que logra la conjunción en un mismo espacio del tribunal y la cabina de la nave de un avión. La vinculación incluso es más psicológica que espacial lo que hace meritorio a Fidel López del reconocimiento.
Es también llamativa y expresiva la banda sonora y los efectos de sonido, intensos y bien logrados tanto los ambientales como los musicales que acentúan los momentos de tensión, dan matices a los momentos de dolor ternura de llamamiento, de confrontación extrema y de inspiración a los contenidos a los textos que vierten los actores y actrices en sus diferentes momentos en la obra realmente.
Ramón Santana, un director que mucha gente ha tenido al menos en el sentido de que no es de los directores que están en primera línea cada vez que se habla de dirección teatral, sin aspavientos, evidencia su sentido profesional y su talento para la gerencia del total de talentos y recursos.
A Santana le agradecemos su versión de Cambumbo, montaje ganador del Premio Soberano 2020 como mejor espectáculo teatral, Escuela para mujeres, Aló Dios habla Eva (nominada a los Premios Soberano), De Caperucita a Loba en solo seis tipos (nominada a los Premios Soberano) y otras piezas.
En su labor de director hay entregas francamente comerciales que jamás serán parte de la historia del teatro, pero se inscriben algunas que generan una mirada a fondo y la pregunta: ¿Dónde estaba antes Ramón Santana? Terror, es una de ellas, probablemente al nivel de Cambumbo.
Terror volverá a ser representada en Sala Ravelo, el 29 y 30 de septiembre y 1 de octubre, y ha de ser un pecado teatral, dejar de verla.
Título: Terror
Género: Teatro contemporáneo
País: Alemania/RD
Dramaturgia: Ferdinand Von Schirach
Dirección y Producción General: Ramón Santana
Escenografía: Fidel López
Iluminación: Ernesto López
Musicalización: Vadir González.
Maquillaje: Nathy Make Up
Vestuario: Lucía Roque
Fotografías: Edgar Núñez
Edición: Gerald Rodríguez
Audiovisuales: Alejandro Moss
Asistencia de Producción/ Dirección: María José Peña, Alejandro Quintero, Bryan Terrero.
RRPP: Yissus Taveras, Madeline Velásquez
Voz en Off (en funciones): Madeline Bare
Redes y Diseño gráfico: Vanessa Mercedes
Programación (votaciones): Eric Ferrer
Elenco: Irving Alberti, Beba Rojas, Orestes Amador, Luvil González, Yanela Hernández. Participación especial: Richard Douglas. Actuaciones de soporte: Madeline Bare, Juan La Voz y Nathalia Rodríguez.
Sinopsis: Un avión con 164 pasajeros es secuestrado por un terrorista (de ahí el título de la obra, Terror). Su intención es estrellarlo contra un estadio con 70.000 espectadores. Para impedirlo, un mayor del ejército alemán decide derribar el avión, para evitar una tragedia mayor. Ahora enfrenta un juicio donde el público decide si es un héroe o un asesino, si es culpable o inocente. ¿Lo justo es siempre lo correcto?, ese es el planteamiento de Terror.