(FOTOS DE CACU: MARVIN DEL CID)
Premios Soberano es patrimonio del arte, de los artistas, del público y, al final del camino, de Acroarte. Como galardón, en tanto es obra humana, es imperfecto y perfectible, estando entre sus carencias, la ausencia de determinados renglones y categorías, que por no existir, no ofrecen espacio para reconocer obras de arte clásico y/o popular.
Escribir sobre el Premio Soberano resulta gratificante porque cuando un galardón de arte genera contenidos, produce preguntas y lleva a la reflexión sobre su trascendencia.
La que sigue siendo la premiación más importante del arte y los artistas dominicanos debe ser mejorada en sus enfoques y detalles, lo que finalmente conviene a sus organizadores, a los artistas y al público, el que más los disfruta.
Quien escribe es jurado y por tanto se confiesa plenamente responsable de los aciertos, fallos y ausencias en las nominaciones de los periodo 2019 y 2020, de cara a la ceremonia de junio próximo por Color Visión.
Nominar es una explícita forma de valorar e implica discriminar entre opciones, sobre todo cuando se tiene una cantidad limitada de casillas a llenar (cinco). Nominar es decidirse por una opción determinada. Y desechar otras.
El caso Alá Jazá,
Este vocalista urbano es uno de los jovenes merengueros de letras más románticas y limpias y que se mantuvo con su agenda completa en 2019, luego de ser un fenómeno cuando irrumpió en 2017, quien no aparece nominado, pese a que lo están otros intérpretes de letras cuestionables y algunos salidos de prisión por delitos antisociales. Al fin y al cabo, es un asunto de gustos. ¿Será así? Confiemos en que sí.
Pero hay que respetar el derecho a nominar, aun ante el riesgo de producir una plataforma de seleccionados para el premio, que no sea la mejor.
¿No aparecer en nominación significa que el arte que hace el talento de referencia no es bueno, o no reúne las condiciones de otros que quedaron fuera? Es muy discutible.
Lo claro es que se trata de definición por la vía de los votos ante las opciones posibles. Las y los cronistas cumplen un papel, no aspiran a ganar un certamen de simpatías. Pueden acertar o errar.
Los documentales
Insistimos en la ausencia de los documentales exhibidos en 2019, que incluyeron tres de orden histórico: Santo Domingo, primera de América (José Enrique Pintor) y Gilbert, héroe de dos pueblos 1984 (Euri Cabral), 1984 el otro abril (Reyvin Jáquez) y otros dos medioambientales: Isla de Plastico (José María Cabral&Naslha Bogert) y Cacú: un cambio por la vida (Marvin del Cid), los cinco con excelente nivel de producción.
El cine dominicano, en función de su producción, ha cambiado la incidencia y calidad de sus géneros: ahora es el tiempo de los dramas y los documentales, en tanto que la comedia, el más comercial de todos ellos, necesita de nuevos vientos de empujes. Y esa es una realidad que debíamos tomar en cuenta quienes nominamos para El Soberano, en cine.
Veamos un caso en particular:
Cacú: un cambio por la vida (Marvin del Cid), en relación con Mi maestro el pulpo (Pippa Ehrlich), ganador del Premio Oscar: ambos son de temática similar, se ruedan en torno a una especie, ambos en relación con seres humanos, ambos tienen las aguas del mar o del océano como parte de su ambiente natural.
La diferencia entre ambos es que Mi maestro el pulpo, todo un concierto de imágenes, expresión de altísima belleza y mensaje, referente del lazo humano – animal, pero que se limita a la relación del individuo con el pulpo. Hermoso. Sublime y visualmente poético, pero que se queda en esos ámbitos. Buen sentido de justicia al ser premiado.
Cacú: un cambio por la vida refiere la relación de un ambientalista que descubre una tortuga que viene a desovar en la playa (Manresa, para el caso), en la que se incluye además la participación y la transformación de la comunidad pescadora de allí, de depredadora en protectora, es decir que es una vinculación que trasciende la criatura y el hombre.
Y en la medida en que hablamos de Cacu, podríamos hacerlo de los demás trabajos: el esfuerzo extraordinario de haber logrado Santo Domingo, primera de América (José Enrique Pintor) el mejor descriptivo de la fundación de la ciudad; Isla de Plástico (Naslha Bogaert & José María Cabral) – quien está trabajando ahora mismo otros dos documentales-, o Gilbert, héroe de dos pueblos, (Euri Cabral), cuyos restos mortales fueron exhumados esta semana pasada, y que representa un trabajo histórico y artístico que debió ser tomado en cuenta. Pero no era posible: las casillas para cine estaban orientadas a ficción (dramas y comedias).
Se impone contar con la categoría documentales, para abrir espacio a este tipo de producciones, tanto como tener la ansiada categoría de guión, dado que toda producción fílmica, inicia (y no es posible) sin el concepto.
El Soberano debe dejar de ser el Premio Imperfecto. Necesita atención y cuidado. Debe trascender los márgenes de conflictos y reten de intereses y relaciones colindantes con la labor de juzgar, imparcialmente, la labor creadora.
Acroarte debe actualizar su plataforma de nominaciones para que tengan espacio los guiones de cine y los documentales, que en la cuadrícula actual, no tienen cabida.
Solo si dejara de ser…el Soberano Imperfecto.