Henssy Pichardo

Doble o nada: escena de choque en Teatro Lope de Vega

Doble o nada, original de la dramaturga, escritora y cineasta  mexicana Sabina Berman Goldberg, apuesta  desde el Teatro Lope de Vega, el perfil de un montaje memorable de teatro que involucra el desempeño y compromiso de los dos protagonistas, la orientación que le imprime el director y la oportuna selección del libreto producto de la imaginación e investigación del tema por parte de una de las dramaturgas en español más representada en los teatros de América Latina y España.

La obra Doble o Nada se repone 25 y 26 de agosto en  Teatro Lope de Vega de Novo Centro

Durante años, la crítica y los directores ha reflexionado sobre los factores constitutivos de la obra de teatro ideal, esa que se queda en la piel y la memoria de las generaciones. En mucho tiempo, cuando aspira a trascender, se han procurado las magias y fórmulas del teatro, son infinitas en su estructuración, escurridizas para su hallazgo y desafiantes respecto del dominio a que están llamadas a ser dominada.

Es el teatro, un infinito afán de búsquedas y redescubrimientos, en procura de dar rienda suelta al contacto con sorprendentes sentimientos, con conflictos que, tomados de la vida de seres reales, se instalen en el sentir del público, como procesos vividos.

FOTOS SUMINISTRADAS POR TEATRO LOPE DE VEGA

Durante años, los hacedores de cada una de las partes del complejo engranaje del teatro, han procurado dar con la combinación precisa para transformar las presentaciones en experiencias que se queden con la gente y trasciendan el aplauso final.

Para lograr una complicidad participante en el concierto del acto teatral, la fórmula a la cual aspiran sus intérpretes, necesita: un texto atrapante, inteligente, detallista y sensible, con ondas y vueltas argumentales sorprendentes e impactantes.

A estos factores se deben agregar los talentos: actores y actrices, definidos producto de una selección acertada, engarzados en el montaje para dar las tonalidades y matices precisos.

Súmese a esto, el espacio escénico debe ser adecuado, sugerente de la realidad misma y correspondiente a los marcos planteados por la trama planteada.

A estos elementos, ponga allí un director de probada eficacia, de muchas horas de vuelo en los tránsitos de tiempo e intensidad para indicar cuál es el color interpretativo a que aspira.

Ese concierto debe ser completado con elementos menos visibles: las articulaciones del lenguaje gestual y psicológico, los pasillos emotivos que surquen los parlamentos, el acento del espectro luminoso, todo en un armonioso conjunto capaz de invitar al viaje emocional que es cada montaje.

Las actuaciones

Gianni Paulino y Hennsy Pichardo tienen su primer éxito en la química que alcanzan como pareja. Se siente su conexión, establecida con el cuerpo argumental marcado por el enfoque de género, navegando entre la lucha del poder, la ambición personal, el deseo de ascender laboralmente, los temas de la lealtad y el servicio.

Henssy Pichardo (Antonio), a quien deberíamos ver con mayor frecuencia en escenario, justifica el ganado prestigio como uno de los intérpretes masculinos de mayor compromiso. Este actor está provisto de las condiciones para impregnarse con las características de sus personajes y en este caso nos da un director de periódico (impreso y digital) que resulta fiel, creable y atractivo como tal.

Sus tonalidades se inscriben en el margen de lo preciso, su movimiento escénico no tiene giros perdidos y el dominio de su mirada, como directriz de sus actuaciones, es certero. Sus parlamentos los asume con un enfoque de profundidad psicológica, evitar hacer caricatura de su rol y proyecta al público un sentido de seguridad interpretativa que se agradece.

Gianni Paulino (Alex), que deja fuera de escena una serie de calidades (empresaria, gestora social en favor de la tercera edad, entre otras) para ser solo intérprete que enfrenta el reto de un diálogo incesante, intenso y chispeante.

Su personaje, que desarrolla las vacilaciones de quien luchar por el derecho de sucesión frente a un competidor hombre, desleal por demás, se transmite con fuerza. Ella es una fresca apuesta escénica. En algunos momentos, nos habría gustado un tono más enérgico.

Paulino, que ostenta una extendida carrera como actriz y productora, se siente refrescar con su imagen, este escenario y se percibe como dueña de su personaje.

Doble o Nada constituye un éxito de su director Manuel Chapuseaux, quien nos satisface por su manejo de los recursos técnicos y su gerencia de los talentos. Buen efecto de lluvia sobre el ventanal, una agradable innovación que aporta el Teatro Lope de Vega.

Ficha técnica

Doble o nada,

Género: drama teatral

Dramaturgia: Sabina Berman Goldberg

Dirección escénica y diseño de luces: Manuel Chapuseaux

Productora ejecutiva: Gianni Paulino

Elenco: Gianni Paulino (Alex)  y Hennsy Pichardo (Antonio)

Música original: Martin Bianccedi

Vestuario: Gaby Gamundi

Audiovisuales: Luichi Tejeda

Maquillaje: Indhira Sánchez

Regiduría: Johanny García

Augusto Feria hará el Trujillo que nunca se ha hecho: («La Fiesta del Chivo»)

Lo sabemos: en teatro, para el crítico, lo más difícil de lograr la critica premonitoria.

 Augusto Feria, uno de los más formidables actores de carácter de la República Dominicana, habrá de tener la oportunidad de evidenciar lo lerdo de muchos directores que no pensaron en él a la hora de seleccionar quien haría apropiadamente a Trujillo en sus películas.

Feria tomará en escena cuerpo como Trujillo como nunca antes se ha logrado, en un rol fijado para los días 21 al 23 y del 27 al 30 de abril en Sala Ravelo, con la producción de Dunia de Wint, con el montaje de La Fiesta del Chivo (adaptación dramatúrgica del escritor español Natalio Grueso sobre novela de Mario Vargas Llosa).

Cartel de la funcion La Fiesta del Chivo.

Haciendo excepción de la trilogía de documentales de René Fortunato ( “Trujillo: El poder del Jefe”, entre 1991 y 1996) porque no necesitaban de interpretación actoral), los roles de Trujillo en el cine se ubican en una escala entre lo insuficiente, lo inadecuado y lo francamente decepcionante La lista inicia incluso con  el que hizo Edward James Olmos, en “En el tiempo de las mariposas” (Mariano Barroso, 2001);  Gerardo Herrero  en “El misterio Galíndez”, y basada en la novela “Galíndez”, de Manuel Vázquez Montalbán, con el español Enrique Almirante  como  Trujillo; Tomás Milián, excelente actor cubano, hizo de Trujillo en La Fiesta del Chivo; 2010 y  Juan Fernández en  “Trópico de sangre”, -una película  de Juan Deláncer que estimamos fue infravalorada-   -que no estuvo mal, pero tampoco estuvo adecuado por las diferencias morfológicas y otros factores interpretativos.

En esas producciones, el casting falló.

Augusto Feria era el hombre y no solo por la identidad corporal y facial, porque el factor fundamental es la capacidad de adaptabilidad, psicológica vocal y la capacidad de aprehensión de la psicología de personaje. Ahora, le ha tocado a Dunia de Wint, compensar el fallo de tantos directores famosos.

Conocemos el Trujillo de Augusto Feria y, lo confesamos:  nada que ver con ninguno de los intentos llevados a pantalla hasta ahora.

Cierto que no hemos visto esta versión, pero sabemos desde hace años, de la capacidad de Feria para este personaje en particular. Este texto es una especie de critica premonitoria.

La experiencia que aportará en la Ravelo en abril, será memorable, sin desmedro alguno del resto de los miembros del elenco que le acompañara, porque son “todas estrellas”.

Con la dirección de Manuel Chapuseaux, lo que se espera es un concierto de actuaciones especialmente para el estudio de actores y aspirantes a actuar: Elvira Taveras, Henssy Pichardo, Miguel Bucarelly, Fausto Rojas, Francis Cruz y Cindy Galán..

Lo que se prevé es que estaremos ante una representación imprescindible de ver.

La obra «La Fiesta del Chivo», (Mario Vargas Llosa), con todo y el rechazo local a muchas de las interpretaciones históricas que hace el Premio Nobel de Literatura, – recordando que no es un texto de historia sino una novela – de lo que se trata al final es de un texto histórico sobre una parte esencial de nuestra historia con tintes de ficción.

Sobre la novela

En «La Fiesta del Chivo» se narran los últimos días del dictador Rafael L. Trujillo en el país.

SINOPSIS: El autor construyó el personaje de Urania Cabral, una exitosa abogada que abandonó el país de forma misteriosa siendo una niña. Tres décadas después, regresa para visitar a su padre moribundo, el señor Agustín «Cerebrito» Cabral, un antiguo alto cargo del régimen que cayó en desgracia. Durante ese viaje se desvela el secreto que la protagonista ha guardado celosamente desde su huida.

Dunia, en su papel de promotora de su proyecto, dice «La Fiesta del Chivo» es una lección de vida, que nos recuerda que el valor y la dignidad son los únicos antídotos contra la barbarie.

Para nosotros, este montaje es un acto de justicia para con un Augusto Feria extraordinario en su capacidad y a pesar de la cual subvalorado por los responsables tener en sus manos el guión o el libreto a montar de La fiesta del chivo.