SANTO DOMINGO. Cuando una poeta llora en público, la vida ordinaria se detiene.
Ante el llanto de una poeta cuanto debería ocurrir es el silencio respetuoso. Y el aplauso.
Tal cual fue ahora. Una voz entrecortada, reteniendo en llanto que afloraba desde la garganta, esa poeta estaba ante a 36 personas que se sobrecogieron.
Todas acudían a la entrega del Premio Nacional de Literatura 2022, pero nadie sospechó que sería una descarga de emociones, todas por la mágica fuerza de la palabra, por las fantasías y realidades engarzadas en la poesía, expresadas en lo que debieron ser solo discursos de protocolo establecido. El acto en total, duró 76 minutos.
La voz de Soledad Álvarez se quebró al leer uno de los poemas más difíciles de lograr, los premonitorios, esos que se adelantan a hechos que no se han producido, que están solo en el futuro y el pensamiento. Soledad, una personalidad literaria que no publica anualmente un libro, ni es figura de frecuente aparición en los medios sociales, fue expresión de poesía asentada sobre belleza de sus textos y compromiso de su actitud.
Era esta la segunda vez que se montaba allí, la entrega del PNL luego de la primera en 2021 con la entrega al escritor Manuel Mora Serrano.
Urgencias y agradecimientos
“Urge una campaña nacional de la lectura. Urge una escuela comprometida con la creatividad y el juicio crítico por la vía de la lectura” dijo la galardonada.
Soledad agradeció a su madre el estímulo a leer desde niña, al escritor e inmigrante español Manuel Valldeperes, exiliado republicano que dirigía junto a María Ugarte el suplemento de El Caribe y a Manuel Rueda, que le transmitió excelencia, disciplina editorial y poética, que, publicaba el inolvidable suplemento cultural Isla Abierta, del periódico Hoy. Recordó agradecida a escritores de los que abrió normas y pautas, incluyendo a Freddy Gatón, Marcio Veloz Maggiolo, René del Risco y tantos otros.
El ambiente de la entrega
En la mesa principal, el presidente de Fundación Corripio, don José Luis Corripio Estrada, la ministra de Cultura, Milagros Germán, José Alcántara Almánzar, asesor de F.C. y la escritora Angela Hernández, Premio Nacional de Literatura 2016. El ceremonial se transmitió por plataformas digitales para quienes no podrían asistir debido a las limitaciones del espacio en Fundación Corripio.
José Alcántara Almánzar, asesor de Fundación Corripio, destacó la calidad y consistencia de la obra de la galardonada, para la cual la poesía ha sido instrumento de expresión y elaborada con calidad y cuidado extremos.
La Ministra de Cultura sostuvo: Hoy quiero recordar Soledad Álvarez que, en un momento difícil en la historia del país, a mediados de la década del 70, se lanzó a las calles, junto a sus queridísimos hermanos Sonia Silvestre y Víctor Víctor, de la mano del grupo experimental Nueva Forma, a construir un canto de esperanzas para lo cual escribió “Para llenar la noche sola/ El silente paisaje/ Yo cantaré”.
Y agrega: “Eso nos prometiste, y con tu inmensa obra se rompió el silencio, nos llenamos de luz y hoy somos un mejor país. En este día, públicamente, el Ministerio de Cultura te agradece. No tengo méritos para hablar de tu literatura, tus aportes como poeta, tus ensayos, tu sentido crítico, tu compromiso estético. Tu militancia en el grupo literario “La Antorcha”, en el movimiento “Joven Poesía Dominicana”, tu columna en el periódico El Nacional, tus trabajos en el suplemento “Isla Abierta” del periódico Hoy, junto al maestro Manuel Rueda”.
En primera fila, discreto y silente, Bernardo Vega, su esposo. A pocos pasos Manuel Corripio, quien solicitó una mascarilla al personal de la Fundación. Cerca del pódium, Milagros Ortiz Bosch, gestora de cultura y de una trayectoria pública notable. En última fila, Fausto Rosario, director de Acento. En el resto de la sala Manuel Rueda de Fundación Corripio, familiares de la galardonada, directivos de la Fundación Corripio, jurados del Premio Nacional de Literatura y periodistas.
Un poema premonitorio
Soledad Álvarez reverdeció su conciencia social, se escapó de los lineamientos tradicionales para un discurso de este tipo, al leer un poema que escribió, dos días antes de iniciar la invasión rusa a Ucrania, a los refugiados del mundo. Soledad condenó la intervención armada rusa y el inicio de la guerra, la expresión más terrible de la estupidez humana.
El poema, Amor humanidad, cerró sus palabras….
“Se fue mi amor
el amor de mi alma de mis entrañas,
el otro que me habita.
Dejó atrás las sábanas planchadas
el café recién colado por la mañana
las cenas a la luz de las velas.
Abandonó, como Ulises a Calipso en Ogigia
la isla que inventé para él,
y se fue al mar mi amor
al mar de la historia de siempre
en la balsa de los vencidos de siempre,
apretujado contra cuerpos que acaso barrerán las olas
o que morirán en la barriga del camión boqueando
un sueño sin documentos,
mi amor que sabe leer las nubes y habla con los ángeles
perseguido por perros de caza enlazado como res
en la frontera del Río Bravo
cruzan frente a sus ojos los cadáveres de Óscar Martínez,
guatemalteco, y su hijita Valeria de dos años,
cruza el látigo desgarra la espalda de los refugiados
en campos donde no hay árboles ni crece la hierba
sino tiendas de plástico entre basura y charcos de espanto.
Mi amor entre las mujeres afganas que sueñan sin la burka
entre sirios refugiados de la guerra civil
imagina sus casas abandonadas con parras florecidas
y fuentes en el jardín,
en Dollo Ado oye el llamado a la oración desde una mezquita
construida de palos
se desgarra buscando agua entre piedras
con la muchacha somalí que huye de la guerra y del hambre,
llora frente al fuego encendido con la ropa de la familia africana.
Se fue por el mundo mi amor,
no cabe dentro del caracol su amor humanidad
todas las vidas rotas, los viajes sin retorno
el dolor de los refugiados”.
Angela Hernandez presento la semblanza de la nueva Premio Nacional de Literatura, Soledad Alvarez.
La otra emoción
La semblanza presentada por Angela Hernández, produjo impacto y emociones.
La semblanza de la galardonada, sorprendió a los asistentes por la fina ilación de sus imágenes poéticas y recuento de los juicios sobre la obra de la galardonada. Era poesía pura. Fue la primera emoción intelectual del acto. La segunda, fue el discurso de la escritora premiada.
El discurso de la Premio Nacional de Literatura 2016, fue fiesta de la palabra poética, afirmada en un conocimiento y compartir de anos con la poeta premiada. Una belleza textual tal que ningún sonido se sintió mientras hablaba la mujer que, por equivocaciones de la vida, se graduó Cum Laude en la UASD en Ingeniería Química, profesión que nunca ha ejercido.
“Su poesía aspira a mucho más que a un buen acabado. Persigue reunir lo vivido y el vivo deseo, el placer del presente, el dorado de la nostalgia, los dominios del amor con sus miradores en el porvenir, síntesis en las carnes de un fruto en sazón” dijo Hernández.