Colours

Colours, el cine que hay que hacer

Cuando termina Colours con aquella inolvidable escena picada tomada un dron alejándose poco a poco sobre unos acordes sinfónicos, de los que la gente descubre  que se trata de Por Amor, a cargo de 50 instrumentistas, un emotivo y denso silencio recorre las butacas cargadas de un publico estremecido. Es justo ese momento cuando as lágrimas, tras el curso de un delas mas hermosas historias de amor en el cine tricolor dominicano, ruedan por las mejillas.

Producciones como Colours abren el camino del cine nacional a los escenarios, festivales y premios importantes de la industria a nivel mundial.

Cuidada al extremo, pese a ser cine de formula, Colours respira un aire tranquilo, pausado, metódico y cuidado, para llevar al publico al paroxismo de su envolvente final. Es historia del progreso de cine nacional lo que esta en pantalla.

Como obra de arte, el drama romántico de Luis Cepeda, llega para que demostrar que el país esta en condiciones de exhibir una marca nacional cinematográfica capaz de traspasar fronteras, competir donde sea (festivales o mercados) y dejar claro que el milagro de lograr un cine artístico y de gran consumo, es posible.

El resultado final de Colours es el que determina un director dispuesto a corregir su guion y mejorarlo sin prisas, el que se deja orientar con humildad, el que sabe seleccionar los talentos correctos para los personajes planteados, el que sabe hacer un cine autentico, sin  ripios sobrantes y – haciendo algo muy grande-   nos deja sentir el peso de lo extraordinario a partir de un planteamiento despojado de altanería artística y requiebros estéticos estereotipados. Es ese su gran éxito.

Luis Cepeda ha logrado una película sincera, impactante, cuidada al extremo, de doble propósito: popular y de arte fílmico atrevido para nuestro medio,  que recrea con criterio profesional, el campo y la ciudad de los años 50, con un diseño de arte que debe servir de modelo en escuelas de cine, con una fotografía plasmada en sus mejores niveles y  una banda sonora llamada a quedar en registro emotivo de sus miles de espectadores, donde quiera que sea proyectada.

Los intérpretes acepten sus personajes y sobre todo  Francis Cruz, Cristian Álvarez, y Stephanie Liriano cargan con enorme destreza la responsabilidad de hacernos vivir una experiencia digna e inolvidable. Francis Cruz logra representar cuatro edades de su personaje (desde el jovencito inquieto hasta el anciano afectado por ACV), en una hazaña interpretativa que se debe festejar. Elvira Taveras logra que la odiemos con fuerza por su rol antagónico tan bien caracterizado.

Liriano logra su mejor  protagónico en cine, tras su introducción por parte de Rene Fortunato, con Patricia, el regreso del sueño.

Colours, por sus dones y su proceso cuidadoso y solidario, sin descubrir nada, siendo como es película de formula, nos deja sembrados en el asiento repensando, a fin, el concepto “cine dominicano” Que nadie se la pierda.

El Ángel

Un factor fue fundamental para lograr la impecable calidad de Colours, fue Ángel Muniz. Al conocer el guion inicial, recomendó al director Luis Cepeda, tomarse todo el tiempo necesario para re-escribirlo hasta lograr una consistencia  infinitamente superior. Entonces puso a disposición Estudios Quitasueño y la post producción realizada en Estudios Pulpo, de su hermano Miguel Ángel, a su vez productor ejecutivo de Colours. Casi toda la pelicula se rueda en locaciones en Quitasueño.

Ficha Técnica

Título                                 Colours.

Dirección y guion               Luis Cepeda

Producción Ejecutiva        Miguel Ángel Muñiz

Productores                       Tatiana Calcaño

Fotografía                          Frankie Báez

Edición                             Luís Cepeda, Arturo Báez

Música                              José Torres

Sonido                              Jonás Rodríguez

Reparto: Christian Álvarez, Francis Cruz, Stephany Liriano, Uxio Liz, Olga Consuegra

SINOPSIS

Una joven artista plástica de una ciudad remota, que tiene éxito en su trabajo llamado Las caras sin nombre,  y que nunca firma porque, según ella, siente en su corazón que ninguna de sus pinturas están terminada todavía.