La réplica de la Torre Eiffel que ahora marca la entrada de Santo Domingo Este, acaba de ser iluminada, y pinta que será finalmente parte del entorno de la Plaza de la Bandera, por sub-realista e irracional que se sugiera la realidad.
Ya está siendo tomada como punto de referencia para manifestaciones que oscilan entre las bodas y las demandas por el pago de prestaciones no honradas por el alcalde Francisco Peña, quien se ha manejado mal, desde el punto de vista de su defensa, ante los medios, de la instalación de marras. Pero parece que la realidad sellará ese monumento replicado en un lugar en que no debería estar. La falta de coordinación, y los egos institucionales, han operado para que finalmente los hechos queden como consumados.
La instalación de una réplica de la Torre Eiffel de 18 metros de altura en la entrada de Santo Domingo Oeste, ha generado un debate sobre arte y arte público, que resulta necesario desarrollar.
La torre original
La Torre Eiffel original, es una estructura de hierro puderalo, diseñada por los ingenieros franceses Maurice Koechlin y Émile Nouguier, dotada de su aspecto definitivo por el arquitecto Stephen Sauvestre y construida por el ingeniero francés Alexandre Gustave Eiffel, que desde sus inicios generó controversias durante los dos años, dos meses y cinco días de su construcción, entre los artistas de la época que la cuestionaron y la calificaron como un monstro de hierro.
Lo que se siente en la Torre verdadera
Cuando se llega a su entorno, infunde en el visitante una sensación mixta: respeto, admiración y sorpresa. Es impactante: tiene 300 metros de altura, (la estructura más alta de París), recibe casi ocho millones de visitantes, es el edificio público turístico de paga con la tarifa más alta del mundo. Y tiene réplicas de diversos tamaños en 21 países del mundo, (la de Honduras tiene 8 metros de altura y es horrible en su terminación en hierro), incluyendo las varias que se han instalado en la República Dominicana, aun cuando sin el estufo de escándalo que mediáticamente ha adquirido ahora en Santo Domingo Oeste.
5 verdades por declarar:
- Es una de las mejores réplicas de una pieza de arte realizada en hierro forjado, en 2014 por José Ignacio Morales, El Artístico, por contrato propuesto por los dueños del Euro Club, filial del Hotel Hispaniola, establecimiento nocturno para mayores de 21 años, inaugurado el 13 de octubre de 2015, realizado por un costo de dos millones de pesos. Una obra de arte replicado. Artesanía de primer nivel y no “bagatela artesanal” Es una copia de la Torre, con muchísima mayor calidad que muchas otras torres similares instaladas en otros países. El Artístico fue el mismo creador del Reloj Público del abandonado Boulevard de la avenida 27 de Febrero. Morales nada ha tenido que ver con lo que pasó luego de haberla entregada a sus compradores iniciales.
- El Euro Club dejó de usarla, por lo que fue retirada de la fachada y se encontraba sin uso, fue rematada por medio millón de pesos por el Alcalde de Santo Domingo Este, a fin de tener un soporte que marcara la entrada del municipio y que se constituyera en un atractivo mito urbano. Pero no es el único centro nocturno que ha usado la torre. Ya antes, el Eiffel Bar and Lounge, abrió sus puertas en Santo Domingo Este, el 9 de marzo del pasado año, teniendo en su pórtico una similar, más bajita y menos fina en la terminación.
- Lo novedoso, y escandaloso, en su instalación es que se hizo frente a un monumento nacional, la Plaza de la Bandera, (diseñada por el arquitecto Cristian Martínez), lugar completamente inadecuado y con la que nunca debió competir. En los 21 países en que se han montado replicas grandes, ha sido en parques o plazas en las que no se establece paralelismo o competencia alguna con símbolos nacionales.
- Lo sorpresivo es que, al final del cuento, la reacción mediática, se ha transformado en un ícono urbano con un nivel de proyección que no se pensaba tendría.
- La puede establecer que la imagen de la Torre es una marca mundial y que no es la única torre de este tipo que se ha instalado en el país. Ha habido réplicas (en variados tamaños) frente a restaurantes franceses, pero ninguna de ellas tiene la exquisita terminación de la que se ha ubicado en el centro del debate.