CANNES. Riviera Francesa. Cuando pierdes dos horas de tu vida frente a una pantalla, en una proyección de la que no te sales solo para ver a que extremo pueden llegar los demonios interiores de una mentalidad retorcida, no te puedes quejar del artista, que técnicamente entrega una película con estándares de calidad técnica notables, sino de quienes admitieron la entrada de un producto nauseabundo y retorcido, al festival de cine más prestigioso del mundo. En la función de estreno del martes por la noche, de La Casa que Jack construyo (The house thaf Jack Built), 2018) una tercera parte del publico abandono, asqueada, la sala.
El abandono de la sala se produjo cuando el protagonista (Matt Dillon), personificando un asesino en serie, inteligentísimo pero atenazado por la esquizofrenia y el odio al género humano étnicas, armado con un fusil de caza, asesina dos niños y su madre en un día de campo y luego, con los cuerpos arma un cuadro al que añade pájaros muertos.
En la función de reposición para la prensa y los gestores de la industria, en el Gran Teatro Lumiere (el principal del Festival de Cannes) pocos abandonaron la sala, al parecer en una muestra de resistencia y tolerancia colectiva y al final, algunos aplaudieron por la obligada cortesía de estos ceremoniales festivaleros. Hubo gente que se sintió agradada con esta pornografía de la violencia y el discrimen, todo en nombre del arte y de que “la sociedad es violenta”.
La casa que Jack construyo, del director danés Lars Von Trier, quien evacua (nunca antes tan apropiado el termino) un filme asqueroso cargado de odio contra las mujeres, los refugiados, los negros y los orientales, a la medida de un director que, en 2011, en este mismo Festival, pidió “comprensión” para Hitler, por lo cual fue declarado “Persona non grata”.
Su oleada de violencia sin sentido tiene un Tarantino sabor con acentos de los Cohen en Fargo, pero más extremo. El director se sabe repulsivo y lo disfruta. Y no le importa. La pieza en tanto artística de un lenguaje del cual domina sus recursos e incluso produce hermosas escenas alternando una música clásica a tono, con imágenes animadas y de obras maestras de la pintura. En esos instantes de lucidez estética, la cinta deslumbra y encandila la retina.
La casa que Jack construyo, como película, no es mala. Von Trier tiene imaginación, vuelo y sentido de lo que hace, lastima que sea en el sentido en el cual lo hace. Ejerce una estética visual que domina a perfección.
El, como artista que se sabe piedra de escandalo y que explota esa condición para su mercadeo, no es culpable de retratar con su visión, la realidad. El problema esta en el criterio de Cannes para dar espacio en su cartelera, a este tipo de homenaje a la barbarie y al eco de los peores fantasmas interiores. Uno se pregunte “Cannes..por qué…por qué?”
Puede que haya gente que pague para ver esto, personalidades dignas de estudio. Y que haya cineastas que vanaglorien el valor de hacer lo que se ha hecho, justificando el proceder en que la vida misma es violenta. Pero no. Algo está faltando.
Mientras tanto, la pregunta sigue siendo la misma: Cannes: ¿Por qué?
Ficha
La casa que Jack construyo
2018
País: Dinamarca/Estados Unidos
Director: Lars von Trier
Guion: Jenle Hallund (historia), Lars von Trier
Distribución: Películas IFC
Elenco: Matt Dillon, Bruno Ganz, Uma Thurman, Siobhan Fallon Hogan, Sofie Grabel, Riley Keough, Jeremy Davies, David Bailie
Productoras: Zentropa Entertainmentsv31, Zentropa Sweden, Slot Machine, Zentropa France, Zentropa Koln
Productor: Louise Vesth
Productores ejecutivos: Tomás Eskilsson, Thomas Gammeltoft, Leonid Ogarev, Peter Aalbaek Jensen, Charlotte Pedersen
Director de fotografía: Manuel Alberto Claro
Sinopsis
Jack, un asesino en serie altamente inteligente, misógino, discriminador y verdugo de refugiados, negros y orientales, capaz de asesinar niños y su madre en una misma tarde de caza campestre aparentemente lúdica y tranquila, describe sis asesinatos a los que llama “incidentes”.