Un adiós al alma de Hilda Celeste, evangelizadora de los "presos"

Esta semana partido a la luz de los cielos la pastora pentecostal Hilda Celeste Galván Susaña, quien evangelizó en las cárceles durante más de 20, en especial en la Penitenciaria Nacional de la Victoria, además de llevar la palabra del Señor a comunidades en Estados Unidos, Venezuela, Cuba, Colombia y Corea del Sur
Nacido en 1946 en San Juan de la Maguana y parte de una familia muy destacada por la vía de la ciencia, la docencia, lo cristiano y lo académico. Sucumbió ante el avance de una afección cancerosa.
Hace dos años, mil 200 internos de la Penitenciaria Nacional de La Victoria, incluyendo privados de libertad por robo, asesinatos y otras ofensas graves y menores, para entregare una placa por haber fundado en ese recinto el Ministerio Pan de Vida con el cual logró hizo que se convirtieran cerca de 500 reclusos, que orientaron su vida al Dios de los Cielos.

Hilda Celeste Galvan, (fallecida), William y Amada Galvan, dos de sus hermanos.


Hilda Celeste era hija de Amado Galván e Hilaria Susaña. Se unió en matrimonio con Cándido Abreu Alcántara, radicándose en Barahona y con quien procreó a sus hijos Cándida, Manuel, Josefina y Oscar. Estableció la primera farmacia en el municipio de Sabana Buey, que la asumió como un ministerio. Era ella sola y tenía que atender las urgencias de la comunidad de día y de noche.
Fue invitada a una conferencia del evangelista un evento evangélico ofrecido por el evangelista boricua Rafael Ortega, se convierte a Cristo. Ese evento hizo que se convirtiera al cristianismo y se hizo seguidora del Pentecostes.
Su relación con los privados de la libertad se produjo inicialmente por el apoyo que ofreció a su hermano William Galván, quien asistía a La Victoria para recabar datos para su tesis de psicólogo, y comenzó a suministrarle analgésicos y medicinas a los presos políticos, regularmente sometidos a golpizas y torturas. Ese contacto le hizo interesarse en
Su hermano Héctor Galván, actual embajador en Sudáfrica) la invito a Corea del Sur para evangelizar. Sus tres hijas son pastoras de la Iglesia.
Era una mujer imbuida en la fe en el Señor, al punto de creía más en la providencia que en la ciencia. Siempre decía: “Dichosos quienes han escogido poner su vía a servicio de os demás dándose por completo para hacer más bella esta tierra. Son los que están cambiando este mundo.”

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