Noelia Quintero

Papi, una buena razón para volver al cine

Si una característica tiene Papi como versión de cine, es el cuidado con que se ha realizado y la primacía del amor por el oficio de contar una historia auténtica, con vuelos de fantasía, inspirados en la textualidad de una escritora que ha establecido un acento nuevo a las narrativas  del Caribe de largo esfuerzo.

No es la primera, ni será la última oportunidad en que el cine local es tomado como concepto  de una obra literaria: Ya tuvimos Biodegradable (Una rosa en el quinto infierno/William Mejía); Candela (Rey Andújar); La Gunguna (Miguel Yarul) y Reinbou (Pedro Cabiya).

La novela Papi, de la escritora Rita Indiana Hernández, publicada en 2005 y reeditada en 2011 por la editorial española Periférica, toma cuerpo bajo la dirección de Noelia Quintero Herencia, artista audiovisual puertorriqueña, realizadora la mayor parte de los videos musicales de la artista quisqueyana, incluyendo La motora roja.

Papi es su ópera prima, y de la cual sale victoriosa al entregar al público una paleta de emociones en las cuales, lo distintivo de lo dominicano, enmarcado en los años 80s. permite disfrutar de una historia que reorienta el concepto Cine de Autor, para el medio local.

Ir  a ver Papi

Acudimos al ambiente insustituible de una sala de cine, ahítos de ver cine en una pantalla led, (Caribbean Cinemas Downtown Center), a ver Papi sin expectativa alguna, sin saber nada de nada, excepto cuanto se puede desprender de sus circunstancias preestablecidas:  el desafiante no siempre bien comprendido talento de Rita Indiana y la producción de Estudios Lantica, con Elías Muñoz como rostro visible,) No sabía que iría a ver. Y era mejor así.

No era la premiere, un ambiente regularmente cargado de claras intencionalidades de mercadeo, de fotos innecesarias en el lobby, y de saludos utilitarios cruzados entre gentes a la cual solo el trabajo circunstancialmente las une, haciendo la excepción de las auténticas amistades que suelen hacer la diferencia.

Escena de Papi, dirigida por Noelia Quintero.

Y mire que fue mejor así.  Llegar ante la enorme pantalla sin expectativas, para dejar que su discurso visual definiera su valor y dejara el rastro de cuánto puede representar para el cine dominicano, del Caribe y Latinoamérica.

Papi representa un hito del cine dominicano en procura de identidad y pese a lo cual, deja sentir su carga de historia global. Es un rompimiento valiente y firme con el pseudo cine industrial local y una reafirmación hacia los intentos de integrar una expresión audiovisual que refiera nuestra gente.

Rita Indiana ha plantado una referencia de respeto al cine, al aportar junto a Noelia Quintero Herencia y el equipo de talentos frente y tras de cámara, una expresión firme y fresca, apasionada y musical como el ritmo que destila todo el Caribe.

Las actuaciones

Interpretativamente, Papi es una muestra de buenas actuaciones al empapar al espectador del mundo cotidiano y clarososcuro que gira en torno al valor de una  ausencia/presencia paterna, surcada por los sellos de la delincuencia y las irresponsabilidades paternales que solo se pueden compensar por la imaginación incontenible de Sonia,(Avril Troncoso) la actriz infantil sobre la cual se carga el peso interpretativo de todo el proyecto, junto a Papi (Amauris Pérez)  y ese personaje de la madre/abuela que hace Olga Bucarelli, logrando su mejor actuación de cine ) y Hony Estrella que muestra con claridad que tiene facultades expresivas cuando la obra exige mucho más que una cara armoniosa y un cuerpo. Mariluz Acosta se ubica en el punto culmine de cuando ha entregado desde la pantalla. Es un espectáculo disfrutarla tanto como las oraciones de la madre/abuela.

La realización

Reproducir el imaginario que plantea la autora de Papi en la pantalla, era desde el punto de vista de diseño de arte y la logística que exigía, un tremendo desafío.  La fotografía de P.J. López es un acierto, La poca iluminación de los ambientes internos, con excepción de las fantasías de Sonia, es claramente intencional.

La reproducción del ambiente de los años 70, puede ser tomado como una victoria del diseño de producción (Wilhem Pérez), con sus signos y utilería, los programas de televisión, los artistas del tiempo y la banda sonora, factores adecuados para transferir el significado una época y hacer que se viva una experiencia.

Los ambientes imaginados, que muestran la libertad que tuvieron los gestores de esta experiencia, portan escenas. La escena del doblaje de Raphael debe quedar en la memoria colectiva. Es a ratos comedia, drama y horror, tal cual es El Caribe.

La banda sonora, sobre todo el tema Mándame un Regalito, con texto, arreglo e interpretación de Indiana, es uno de los mejor realizados para un filme dominicano  a partir de su ritmo contagioso, sus letras penetrantes y su capacidad de envolver al espectador bajo sus imágenes.

Es tiempo del cine

Es este el momento de volver al cine, una de las primeras actividades que clausuró la pandemia, en la tercera semana de marzo pasado, y que ahora está abriendo su  oferta enmarcado en un efectivo protocolo de higienización, que incluye la fumigación de la sala cada vez que termina una tanda y la limitación al 50 % de la capacidad de espectadores.

Respetemos la pandemia, pero regresemos al cine con la seguridad  de un protocolo cuidado, para disfrutar de esta cinta, que mucha gente se podría lamentar luego de que no la llegó a ver, como era debido: en la gran pantalla.

FICHA TÉCNICA

Escrita y dirigida por Noelia Quintero

Productora: Lantica Media

Producida por Rafael Elías Muñoz

Productor Ejecutivo: Albert Martínez Martín

Productora Asociada: Rita Indiana

Dirección de Casting: Miguel Fernández, Edna Lerebours, Grace de León

Dirección de Fotografía: PJ López

Diseño de producción: Wilhem Pérez

Editor: Nino Martínez Sosa

Diseño de vestuario: Alina Julia

Música: Rita Indiana, Luis Amed Irizarry

Elenco: Avril Alcántara, Amauris Pérez, Olga Bucarelli, Hony Estrella, Mariluz Acosta, Jean Luis Burgos, Evand Torres.

SINOPSIS:

Sonia, hija de un mafioso dominicano que le ha prometido llevarla a la playa y que la deja esperando, porque el tráfico de carros, dólares, mercancías y novias entre el Miami y el Santo Domingo de los años 80 lo mantienen muy ocupado.  En los juegos y recuerdos con los que mata el tiempo crea un mundo fantástico de criaturas siniestras y túneles ocultos.