Mons Francisco Ozoria

Requiem de Ravelo en el XXXI Concierto de Viernes Santo

El XXXI Concierto del Coro y la Orquesta de la Catedral, auspiciado por Banco de Reservas, estuvo basado exclusivamente en sus talentos interpretativos propios, que lograron escribir  una página inolvidable en la historia del arte sacro dominicano.

Esta vez, el Concierto de Viernes Santo, no tuvo las tradicionales figuras invitadas, solistas de talento extraordinario con personalidades que por su calidad y trascendencia mediática eran el dulce plato de miel como atractivo  del evento artístico religioso más importante de la Semana Mayor.

Para interpretar la Misa de Requiem, de Ravelo,  compuesto en 1940, tan solo  cuatro solistas del Coro (dos sopranos, un tenor y un bajo), 41 maestros instrumentistas y las más de 100 voces afinadas y armoniosas, del Coro. El frente de la masa coral, Andrés Capellán, director asistente.

En primera fila la atentísima mirada de José Delmonte, productor general del concierto y maestro de capilla de la Catedral. Los solistas eran Ondina Matos, Glenmer Pérez, Modesto Acosta y Eddison Samuel Féliz, acompañados por el Coro y su Orquesta.

Los solistas Ondina Matos, Glenmer Pérez, Modesto Acosta y Eddison Samuel Féliz, acompañados por el Coro y su Orquesta.

La Misa de Requiem se había compuesto en 1940 y  se estrenó doce años más tarde,  el domingo 15 de enero de 1952,  por la Orquesta Sinfónica Nacional, dirigida  el maestro italiano Roberto Caggiano, cuando habían pasado  44 días  de la muerte de su creador. El Requiem de Ravelo, volvió a ser interpretado 16 años más tarde, los días 5 y 7 de abril de 1968 en el Palacio de Bellas Artes, bajo la dirección de Carlos Piantini.

La Misa de Requien, la obra principal del maestro José de Jesús Ravelo,   era, de acuerdo al programa, la tercera vez que se ejecutaba  en el país, homenaje a un creador de  profunda y hermosa música de fe y quien no pudo escucharla nunca.  Ravelo volvió a vivir anoche, de alguna forma. Su presencia  se sintió por el talento firme, delicado y armonioso de cada una de las notas de esta pieza.


Monseñor Ozoria  agradeció, al final del Concierto  al público presente y televidente y para oró por la salud de los presentes y por la de la  Patria, tan necesitada de ese recurso. La Misa de Réquiem fue disfrutada por cientos de personas que llenaron la nave principal el templo católico de la República Dominicana.
Requiem es un género sacro orientado a ser misa para despedir difuntos y ruego por  sus  almas. Su nombre proviene de las primeras palabras del introito: «Requiem æternam dona eis”.

Monseñor Ozoria tomo la palabra al final del Concierto para agradecer al publico presente y televidente y para ofrecer una oración por la salud de la Patria.


Los solistas

La soprano Ondina Matos de Lendor mostró  el marcado alcance en los agudos, de gran claridad, nitidez y agilidad que le permitió ejecutar complicados giros y requiebros de voz que emocionaron al público.

Glemmer Pérez, mezzosoprano extraordinaria, dejo sentir los tonos dramáticos de graves poderosos y agudos afinados.  Su intervención sorprendía al público por la potencia y manejo de su don.

Modesto Acosta, tenor de agudo registro, exhibió destreza y una sentida emotividad en sus notas mientras que el bajo Eddison Samuel Féliz, hizo una demostración de poder   y ductilidad de su voz con tono firme y  colorido.

Primera parte

El concierto inicio con la actuación del Coro de Niños, dirigido por la profesora Wanda Guzmán, cn Sim Shalom (Música y texto de Alan Naplan)  y una balada que sorprendió: Morning has broken (original del  ex cantante británico Cat Stevens).

Luego el Coro, sin la orquesta, hizo Guardanos Señor contigo (J.S. Bach), el Himno Eucarístico Ave Verum Corpus; el canto anónimo ¿Sabes tú cristo?; y  “In Monte Oliveti”, de Giovanni Battista Martini.