Don Miguelo

Alfonso Quinones y su crónica-paseo por el buen gusto

El cronista de arte y cultura Alfonso Quiñones acaba de publicar en Notaclave.com una de sus más hermosas crónicas panorámicas de cultura musical, en ocasión de un zafarrancho de combate que lo enfrento con el merenguero urbano llamado Don Miguelo.

Hay en esa crónica, una prosa libre, elegante, que recorre en aproximaciones sucesivas, parte lo mejor de la canción dominicana, produciendo una cartelera musical de buen gusto, además de mostrar cuan sensible y conocedor de nuestro arte interpretativo de grandes letras.

Lo que pudo haber sido un episodio de confrontación, en su escala mas baja que es el chismecito de baja ralea, es transformado por el culturo logo en una revisión de algunos de los hitos de la música, tanto en la composición como en la interpretación, recordando patrimonios que desde el pentagrama  y la afinación de voces, han premiado el país con piezas que es justo recordar siempre, para dar la idea de que las modas del momento, la retumbancia mecánica y predecible  de su percusión, la pobreza de las letras de lo urbano (con cuatro o cinco excepciones) no tienen posibilidad alguna ni de comparación ni de permanencia.

Hay que dar las gracias a Don Miguelo. Por su respuesta descompuesta, Alfonso nos ha dado un paseo de glorias y azules por lo mejor de nuestra canción.

Tiene esa crónica pasajes que deberían ser conservados por siempre como canto a la estética de nuestros cantares:

«Mi brújula se ha vuelto loca y se ha desfasado en el tiempo porque admiro a Los Hermanos Rosario y a Toño Rosario, a Rubby Pérez y a Eddy Herrera, a Kinito Méndez y a El Prodigio.
He perdido la brújula del tiempo porque disfruto si escucho Como un bolero, cantado por Sergio Vargas o Marola o La quiero a morir, por solo citar tres; o Mesita de noche, de Víctor Víctor, Ando buscando un amor o su maravillosa producción Bachata entre amigos; o a la inolvidable Sonia Silvestre en Yo quiero andar, Qué será de ti, Si pienso en nuestras canciones, Somos mucho más que dos, entre otros que iba escuchando cuando iba de la escuela a mi casa en hora de almuerzo, de radio en radio».

Su crónica puede ser leída acá: