HairSpray, un musical que supera su promisoria siembra de talentos

Hair Spray, el extraordinario musical nos erizo la piel en el renovado teatro Manuel Rueda. Tras verlo llegamos a la conclusión de que el rol de la soprano, actriz y docente de artes escénicas, Elizabeth Lenhart no ha sido valorado con justicia hasta el presente. Hay en este musical, una emoción singular que supera la talentosa habilidad de sus niños jóvenes ejecutante. Su esencia radica en el poderoso mensaje de educación en valores.

Lo que disfrutamos en este recuperado espacio escénico y satisfizo al extremo al público familiar, evidentemente comprometido y armado de sus cámaras y celulares para captar sobre todo a sus infantiles y juveniles parientes, no es el montaje en si mismo, impecable y que gana los puntos más altos de la crítica para un grupo escolar en función de tomar para sí el reto inmenso de un musical de este nivel.
Elizabeth Lenhard, tiene su principal éxito en la incorporación de una trama que exalta valores esenciales: no discrimen por razones raciales, integración social allí donde persisten regulaciones absurdas y tabúes sociales que insisten en ser la parte posterior del estadio civilizado y democrático, en el cual cada persona valga por lo que es y no por lo que se nos ensena a pensar con el curioso tamiz del prejuicio.  Y eso es más valioso       que cualquier presentación estética, por musical, difícil e intrincada que resulte.
La presentación de Hair Spray alcanza expresividad  de una  alta armoniosa y plástica coreografía, excelentes actuaciones de sus personajes  y tiene éxito en  la recreación escenográfica dela época y el estilo del vestuario, que conforman un propósito tan profesional que el espectador no encuentra coherencia entre la calidad de lo que está disfrutando y  la corta edad de sus ejecutantes.
En el trayecto de Lenhart, Hair Spray constituye un punto de inflexión que expone la pasión por la enseñanza y la aplicación de un conjunto de talentos que muy temprano en sus vidas, decidió hacer una diferencia en escenario, llevando el mejor de los mensajes, al punto de hacerlos más que objeto de admiración, puntos de respeto para la escena dominicana.

La trama
A partir de una historia que denuncia el racismo, la línea de mensaje general es el enfrentamiento a las dificultades que suelen aparecer cuando alguien tiene un sueño.
Elizabeth Lenhart muestra su sentido de trabajo en equipo al apelar a  Gracielina Olivero, como directora de danza;  Víctor Mateo, pianista y asistente de música;  Tacke Stage Proyects con confección de Angelica y Belisse Bernal ,María Raquel García asistente de Olivero; Benny Carlos Pérez Díaz coach de danza e interpretación.

Al final del musical, saliendo ya de un nuevo espacio escénico ya recuperado tras diez anos de olvido, en la faz de los espectadores de dibuja una sonrisa, tan simple e inexplicable. No hay que decir nada más.
 

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